La comitiva en la que viajaba este domingo Evo Morales ha recibido una ráfaga de disparos desde dos vehículos que por el momento no han sido identificados. El expresidente boliviano ha descrito los hechos, ocurridos en una carretera en el Chapare, como un atentado contra su vida organizado por el actual mandatario, Luis Arce. Morales enfrenta una orden de captura por no haberse presentado a declarar en un caso de supuesto abuso sexual de menores.
Si bien ha salido ileso del ataque, su chofer sufrió una herida superficial en la nuca. “Este es otro fracaso del Gobierno. Es muy grave, gravísimo, lo que han hecho Lucho Arce (actual presidente) y David Choquehuanca con mi vida. Esto no es contra Evo, es contra el movimiento indígena… Lenin Moreno [el expresidente de Ecuador que se enfrentó a Rafael Correa] quedó pequeño ante la traición de Arce”, declaró a Radio Kausachun Coca poco después de lo sucedido.
“Avanzábamos y había un auto trancado, salimos [para rebasarlo] y otro vino a trancarnos; ahí dije, ‘esto es un operativo’. Felizmente, hubo un espacio y entonces pasamos y empezaron a disparar… Nos dispararon por atrás. Me agaché para protegerme y no pude ver quiénes eran”, contó en una entrevista Morales, que asegura que han sido 14 los disparos que han impactado.
El ataque ha disparado la tensión en un momento ya de por sí convulso. Un grupo de campesinos cocaleros se ha apostado frente al cuartel de la Novena División del Ejército y exige que los militares abandonen el Chapare de inmediato. Los campesinos aseguran que los vehículos que dispararon contra la comitiva de Morales están escondidos en el interior del batallón.
Un vídeo grabado desde dentro de la camioneta de Morales, y difundido por sus equipos de prensa, muestran al expresidente en el asiento del copiloto encogiéndose para protegerse, los agujeros de bala en los cristales y la sangre que corre por la cabeza del chofer. Todo transcurre con gran nerviosismo y gritos, mientras Morales habla por teléfono y pide a alguien que se “movilicen”. El expresidente llega a una localidad y ordena a la gente que “bloquee” la carretera porque lo están persiguiendo; finalmente cambia de transporte. Todo esto ocurre en el Chapare, la zona cocalera en la que Morales vive y reina políticamente desde los años noventa. Las pequeñas ciudades chapareñas se levantan a lo largo de la carretera que comunica el occidente montañoso con los llanos del oriente de Bolivia. Todo el Chapare se puede recorrer en automóvil en unas tres horas.
Morales está refugiado ahí desde que se conoció, a principios de octubre, que la fiscalía lo buscaba porque supuestamente embarazó a una adolescente de 15 años en 2016 y reconoció a la hija de esta un año después. Este domingo, Morales partió de la ciudad de Villa Tunari, donde vive, hacia Llauca Ñ, donde se encuentra la Radio Kausachun Coca para realizar su programa dominical. Fue interceptado a la altura del cuartel de la Novena División del Ejército, que tiene sede en esta región.
Los ayudantes de Morales declararon que los atacantes eran encapuchados vestidos de negro con armas de largo alcance. Radio Kausachun Coca también mostró videos de helicópteros sobrevolando la pista de Chimoré, cercana a donde se produjeron los hechos. “Esto es totalmente planificado. Pasó una bala a centímetros de mi cabeza” dijo Evo Morales. También señaló que sabía desde el sábado que había agentes del Ministerio de Gobierno (Seguridad) en Villa Tunari, donde él vive. “Eso es peor que la dictadura de [Jeanine] Añez; Lucho está loco por robar”, declaró Morales, que se mostraba calmado.
Juan Ramón Quintana, exministro de la Presidencia y estrecho colaborador de Morales, sugirió en un video posterior que la vida del expresidente corre riesgo en Bolivia y que la comunidad internacional debe ayudarlo a salir del país. Sin embargo, el expresidente había señalado: “Yo no estoy oculto, no tengo por qué escaparme, por qué ocultarme. No soy ningún delincuente para ocultarme”.
El Chapare es el epicentro de un bloqueo de caminos de 14 días de los campesinos “evistas” en contra del Gobierno de Luis Arce y para evitar que Morales sea detenido por la policía. El expresidente se considera víctima de una campaña política en su contra, por la lucha encarnizada que libra contra Arce por la conducción de la izquierda boliviana y la candidatura del Movimiento al Socialismo (MAS) en las elecciones de 2025.
El viernes la policía desbloqueó con numerosos heridos y arrestos dos cortes de carretera estratégicos para el propósito confesado por el propio Morales de “cansar al Gobierno”, con lo que el tráfico entre Cochabamba y La Paz se ha reanudado. Existe un pedido generalizado de los habitantes de las ciudades, en particular de los de Cochabamba, y tanto de parte del oficialismo como de la oposición, de que se desbloquee a la fuerza las rutas que siguen cortadas.
Los cívicos o dirigentes regionales de Santa Cruz, en el extremo este, han exigido que Arce mande a los militares a enfrentarse contra los cocaleros, que han vuelto a ser considerados, igual que en los años noventa, “delincuentes y narcotraficantes”. Morales está aislado, pero no es la primera vez en su historia como líder sindical y político que solo cuenta con el respaldo de los habitantes del campo. La diferencia ahora está en el tipo de acusación que se ha planteado contra él.
El Gobierno no se ha pronunciado hasta ahora sobre lo sucedido, aunque algunos de los voceros oficialistas más radicales han salido a hablar de un “autoatentado” y a relacionar esto con supuestas nuevas revelaciones sobre el comportamiento de Evo Morales con niñas.
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