
La energía de fusión es una fuente de energía limpia y segura que tiene el potencial de proporcionar una alternativa a los combustibles fósiles. En los últimos años, las empresas emergentes en este tipo de energía han atraído considerable atención de inversores. Sin embargo, la puesta en marcha del reactor de fusión más grande del mundo en Japón muestra que los proyectos gubernamentales a largo plazo todavía tienen una ventaja.
El reactor de fusión nuclear más grande del mundo

La semana pasada, los científicos que trabajan en el reactor experimental JT-60SA en los Institutos Nacionales de Ciencia y Tecnología Cuánticas de la ciudad de Naka lograron el “primer plasma”. Esto significa que la máquina se encendió con éxito, pero aún está muy lejos de realizar pruebas significativas o producir energía.
No obstante, es un hito significativo para un reactor destinado a preparar el camino para el reactor ITER mucho más grande que se está construyendo en Francia. ITER se espera que sea el primero de su tipo en generar más energía de la que consume. Ambos proyectos forman parte de un acuerdo alcanzado en 2007 entre Japón y la UE para cooperar en la investigación sobre fusión.
El reactor JT-60SA sigue un diseño bien establecido conocido como tokamak. Un tokamak es una cámara en forma de rosquilla rodeada de imanes superconductores. Estos imanes se utilizan para generar potentes campos magnéticos capaces de contener una nube extremadamente caliente de gas ionizado conocido como plasma.
Cuando las temperaturas son lo suficientemente altas, los átomos en el plasma se fusionan, generando enormes cantidades de energía en forma de radiación y calor. Esto es absorbido por las paredes del reactor y se utiliza para convertir el agua en vapor que puede impulsar una turbina para generar electricidad.
El JT-60SA mide 15,5 metros de altura y puede contener 135 metros cúbicos de plasma. Esto lo convierte en el tokamak más grande construido hasta la fecha. Sin embargo, aún está muy lejos de funcionar como una planta de energía.
Pruebas para el verdadero desafío
El nuevo reactor no se supone que alcance el equilibrio energético. Su misión es actuar como un banco de pruebas para ITER, ayudando a investigar la estabilidad del plasma y cómo afecta a la producción de energía. ITER será casi el doble de alto que el JT-60SA y podrá contener 830 metros cúbicos de plasma.
Una vez que esté completamente operativo, se espera que ITER genere 500 megavatios de energía a partir de su plasma mientras solo usa 50 megavatios para calentarlo. No está diseñado para generar electricidad a partir de esa energía, pero lograr este tipo de ganancia de energía sería un hito crucial en el camino hacia las centrales eléctricas de fusión comerciales.
Se espera que el reactor JT-60SA alcance su máxima potencia en los próximos dos años, mientras que ITER apunta al primer plasma para 2025 y la operación completa para 2035. Sin embargo, ambos proyectos han experimentado retrasos significativos y han tenido que actualizar regularmente sus cronogramas.
Mientras tanto, ha surgido una nueva generación de empresas emergentes de energía de fusión con cronogramas mucho más agresivos. Empresas como Commonwealth Fusion Systems creen que podrían tener una planta de energía de fusión en funcionamiento a principios de la década de 2030.
Estas empresas apuestan a que pueden superar a las iniciativas gubernamentales más pesadas que han estado avanzando lentamente y de manera constante durante décadas. Queda por ver si estos ambiciosos objetivos se cumplen.
Sin embargo, tener inversiones tanto privadas como públicas en energía de fusión solo puede ser algo bueno. Cuanta más gente trabaje en el problema, es más probable que se resuelva más rápido.
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