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Tolerar no es debilidad, es la fuerza de quien respeta al otro sin renunciar a sí mismo y la base de una sana convivencia de la humanidad

¿Qué es realmente la tolerancia?
En un planeta cada vez más interconectado, diverso y vertiginoso, la tolerancia no es simplemente una virtud deseable, sino una necesidad urgente. Es la base sobre la cual se construye la felicidad personal a través de una convivencia sana y respetuosa, tanto en las relaciones interpersonales como entre las sociedades. Sin embargo, hablar de tolerancia no es lo mismo que practicarla, y mucho menos entenderla en profundidad. Como psicólogos y periodistas, hemos observado cómo la intolerancia se disfraza de convicción, cómo el miedo al otro se enmascara como defensa de los propios valores, y cómo la falta de diálogo erosiona lentamente el tejido social.
No se trata de una aceptación pasiva ni de resignación. Es una elección consciente: la de convivir con lo distinto sin intentar eliminarlo, silenciarlo o despreciarlo.
El origen de la intolerancia
Y en el plano individual, la intolerancia se manifiesta en las relaciones cotidianas, en la pareja que no escucha al otro, en el jefe que impone sin dialogar, en el ciudadano que descalifica al vecino por su ideología, en las redes sociales donde se cancela en vez de debatir.
La tolerancia como construcción social y emocional
El reto de la tolerancia en el siglo XXI

Nuestra propuesta
Como psicólogos y periodistas comprometidos con el desarrollo humano, proponemos una cruzada educativa por la tolerancia. Que se enseñe en las escuelas, se practique en los hogares, se fomente en los medios, se viva en las redes, se respire en la política y se sienta en las relaciones humanas. Porque sin tolerancia, no habra diálogo. Sin diálogo, no existirá el necesario entendimiento. Y sin entendimiento, no lograremos la paz total.
La tolerancia: Clave de la armonía en todos los ámbitos de la vida

Hablar de tolerancia no es una moda ni una simple actitud. Es un camino de crecimiento personal y colectivo hacia la felicidad. Y esa vía comienza en lo más íntimo de nuestra existencia, nuestras relaciones cotidianas. La tolerancia no se limita a aceptar que el otro piense desigual. Es comprender, respetar, tener paciencia, escuchar, esperar el momento, entender los ritmos de los demás… y los propios.
En nuestra experiencia, hemos constatado que la tolerancia —cuando se practica sinceramente— puede transformar vidas, familias, entornos laborales y sociedades enteras.
Tolerancia en la vida familiar
La familia es nuestro primer espacio de aprendizaje emocional. Es allí donde aprendemos (o no) a respetar, a ser escuchados y a convivir con la diferencia. La tolerancia familiar se presenta cuando aceptamos que nuestros padres no son perfectos, que nuestros hermanos tienen personalidades distintas, que los hijos no son como los soñamos, sino como son.
Una familia tolerante no es la que evita los conflictos, sino la que los afronta con amor y respeto. Donde se puede hablar sin miedo, donde las diferencias no separan sino enriquecen.
Tolerancia en el amor de pareja
La pareja que practica la tolerancia cultiva la empatía, no busca tener la razón, sino construir la relación. La impaciencia, la crítica constante o el perfeccionismo son enemigos del amor duradero.

Tolerancia con los hijos
Tolerancia con los mayores
En una sociedad que valora la inmediatez, la juventud y la innovación, la voz de las personas mayores muchas veces queda relegada al silencio. Se las considera lentas, anticuadas o incapaces de adaptarse. A pesar de que detrás de cada cana, de cada arruga, hay una historia vivida, una lección aprendida, una herencia emocional que no podemos ignorar.

Hablar de tolerancia con los mayores es hablar de respeto, de paciencia, de empatía… Pensamos que cada etapa de la vida tiene su riqueza. Los adultos mayores han transitado guerras, pérdidas, desafíos, alegrías y cambios radicales. Son bibliotecas vivas de sabiduría emocional. Promovamos una cultura de la tolerancia intergeneracional. Que niños, jóvenes, adultos y mayores aprendan a convivir, a escucharse, a valorarse. Que no haya brechas de desprecio entre edades, sino puentes de comprensión y afecto.
Tolerancia con los amigos
Tolerancia con los vecinos
La convivencia en comunidad requiere tolerancia cotidiana al ruido, a las costumbres distintas, a las formas de ser. No todos comparten nuestros gustos ni nuestros horarios. Pero todos merecen respeto. La tolerancia vecinal crea barrios seguros, armónicos, donde se puede vivir en paz.
Tolerancia en el trabajo
En el ámbito laboral, la diversidad de ideas, culturas, edades y estilos es cada vez mayor. Un equipo saludable no es el que piensa igual, sino el que se escucha, se adapta y se complementa. La tolerancia en el trabajo se expresa en el trato justo, en la paciencia ante el error, en el respeto por las diferencias.
Tolerancia con los adversarios

Esta es una de las formas más difíciles —y más necesarias— de la tolerancia. Ser tolerante con uno mismo es dejar de castigarse por los errores, es aceptar las propias imperfecciones, es comprendernos. Es aprender a hablarse a sí mismo con amor, a darse segundas oportunidades, a no exigirse más de lo que humanamente podemos dar. Cuando somos intolerantes con nosotros, lo somos también con los demás. La autoaceptación es el primer paso hacia la aceptación del otro.
Tolerancia en la política

Ser tolerantes, es sembrar más humanidad, donde a veces solo hay turbulencia. Y si comenzamos por ahí… el mundo puede, objetivamente, pasar de un extremo a otro, de 12 mil años de civilización en conflicto y guerras a una era de unión, concordia, conciliación y de humanismo. Renovemos nuestra convivencia, donde coloquemos al ser humano —con su dignidad, libertad, capacidad de razonar, sentir y crear— en el centro de todo. Es una visión del mundo que cree profundamente en el valor de la persona y en su potencial para desarrollarse, convivir en paz y construir una vida con sentido de felicidad. Que toda persona tenga un valor intrínseco, sin importar su origen, creencia, género o condición social. Que cada persona sea capaz de mejorarse a sí mismo y a su entorno a través de la educación, el diálogo, la ética, el conocimiento, y en una sociedad que promueva la libertad de pensamiento, el respeto mutuo y la solidaridad.
La tolerancia es una decisión que tomamos todos los días. En casa, en la calle, en la oficina, en nuestras relaciones más íntimas y en la esfera pública. No es fácil. Es inteligencia emocional. Es madurez. Es paz.
Aprender a tolerar es, en el fondo, aprender a amar. Es abrir el corazón al otro sin miedo, sin juicio, sin querer cambiarlo. Ser tolerantes es, al fin y al cabo, elegir el amor por encima del ego. Es construir la paz, todos los días, en cada mirada, en cada palabra, en cada gesto. Es abrirse al otro sin temor, sin juicio, sin querer cambiarlo. Abrazar lo distinto, lo humano y elegir el amor como prioridad. Y en ese abrazo, descubrirnos a nosotros mismos…
Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Nos vemos en la próxima entrega…
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Noticia Confirmada
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