El papa Francisco ha expulsado este miércoles a diez de miembros de alto rango de la congregación ultraconservadora Sodalicio de Vida Cristiana. Varios de ellos son sacerdotes que consintieron y legitimaron un sistema de graves violaciones a los derechos humanos. El 15 de agosto pasado, había corrido la misma suerte el fundador de Sodalicio, el laico consagrado Luis Fernando Figari, por “causas incompatibles e inaceptables en un miembro de una institución de la Iglesia”.
La Santa Sede le ha bajado el pulgar a la “guardia pretoriana” de Figari, exiliado en Roma desde hace casi una década. Encabeza la lista Eduardo Antonio Regal Villa, un laico consagrado que en 2011, en medio de los escándalos de abuso sexual cometidos en la casas de formación del Sodalicio, adonde llegaban adolescentes en etapa escolar, asumió el cargo de Superior General tras el retiro de Figari de la vida pública. Regal ha sido acusado de no investigar debidamente a Figari y de mover sus influencias para exculpar a pederastas, como el exsodálite Daniel Murguía, liberado en 2010 tras haber sido encontrado en un hotel con un niño de once años.
También figuran tres formadores de larga data, como el psicólogo Humberto Carlos Del Castillo Drago, el reverendo Daniel Alfonso Cardó Soria y el teólogo Óscar Adolfo Tokumura. Este último, de origen japonés, tuvo a cargo la casa de formación de San Bartolo, un balneario al sur de Lima, entre 1998 y 2004. Varios testimonios recuerdan con dolor aquella etapa. “Es comparado por muchos como el reinado del terror de la revolución francesa. Por seis años cometió abusos físicos, verbales, psicológicos y de todo tipo, como el Robespierre sodálite de San Bartolo (…) Hay historias de que por lo menos uno se suicidó, muchos han buscado la salida en drogas y adicciones, y muchos están todavía con necesidad de terapias porque estos abusos fueron en momentos iniciales de sus vidas”, han contado algunos exsodálites.
“Es imposible de creer que, como sugiere el Sodalicio, Figari actuase solo y recién se enteraron como institución de la cultura de abuso de poder por las denuncias periodísticas”, señaló en agosto el periodista Pedro Salinas, autor de una serie de libros que, en base a decenas de testimonios de exsodálites, evidenciaron el verdadero espíritu de la congregación. El más significativo de ellos Mitad monjes, mitad soldados, publicado en 2015 en coautoría con la periodista Paola Ugaz. ”Falta que caiga la guardia pretoriana de Figari”, dijo entonces.
Entre los expulsados por Francisco se encuentra el arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren Anselmi, quien en abril renunció a su cargo anticipadamente a los 67 años. Eguren está implicado en presuntas actividades delictivas, como el tráfico de tierras. Según un reportaje del periodista Daniel Yovera para la cadena Al Jazeera, Eguren se reunió con delincuentes para ofrecerles tres millones de dólares a cambio de que invadieran unos terrenos en la región costera de Piura. De acuerdo a las cuentas oficiales del Sodalicio, Eguren se reunió el 23 de agosto con el papa Francisco para “expresarle la gratitud de los sodálites por el apoyo y la cercanía paternal que nos brinda en tiempos de renovación”.
No obstante, la carta de su Santidad es categórica respecto a los diez miembros expulsados. Se detalla que cometieron “abusos físicos con sadismo y violencia”; “abusos de conciencia, con métodos sectarios para quebrar la voluntad de los subordinados”; “abuso espiritual con instrumentalización en el fuero externo de la información obtenida en el fuero interno no sacramental o dirección espiritual”; “abuso del cargo y de autoridad, con episodio de hackeo de las comunicaciones y acoso en el lugar de trabajo, así como encubrimiento de los delitos cometidos en el seno de esta institución”; y abuso en la administración de los bienes eclesiásticos”.
Completan la lista de la cúpula removida los sacerdotes Rafael Alberto Ismodes Cascón y Erwin Augusto Scheuch Pool, ambos exsuperiores regionales; los laicos Ricardo Adolfo Trenemann Young y Miguel Arturo Salazar Steiger; y el periodista Alejandro Bermudez Rosell, exdirector de la Agencia Católica de Informaciones – ACI Prensa, medio informativo religioso de postura conservadora, fundado por integrantes del Sodalicio.
Pedido de perdón
“El papa Francisco junto a los obispos del Perú y de aquellos lugares en los que está presente el Sodalicio de Vida Cristiana, entristecidos por lo ocurrido, piden perdón a las víctimas y se unen a sus sufrimientos. Asimismo ruegan a esta Sociedad de Vida Apostólica que inicie un camino de justicia y reparación”, enfatiza el comunicado de la Santa Sede enviado a la Nunciatura Apostólica en Perú. La expulsión de la cúpula de esta organización con presencia en 25 países se da un año después de la misión papal, integrada por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, enviada a Lima para comprobar las denuncias.
El exsodálite José Enrique Escardó, el primer periodista que denunció el infierno vivido en las casas de formación del Sodalicio a inicios de 2000, considera que la decisión del Papa no es suficiente para resarcir el daño. “Otra vez el mensaje de la Iglesia católica es: el Sodalicio es bueno, lo protegemos expulsando a algunas manzanas podridas para hacer creer a la gente que hemos hecho algo, y les ‘rogamos’ que sean mejores. No, señores. Esto sigue siendo encubrimiento y victimización secundaria para mí como sobreviviente. Esto no es justicia, es marketing para limpiar la imagen de la Iglesia y el Sodalicio”, expresó.
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