La Pirámide de Ball: el hogar de una criatura que volvió a la vida

Uno de los monumentos naturales más impresionantes del mundo es la Pirámide de Ball, una forma en que la naturaleza nos dice que podemos imitarla, pero nunca superarla. Mide alrededor de 562 metros de altura y 300 metros de ancho. El islote, ubicado al este de Australia, mide un kilómetro de punta a punta. Pero su verdadero tesoro se mantuvo oculto dentro de sus árboles y arbustos, el cual era totalmente desconocido hasta su hallazgo.

La Pirámide de Ball y la Isla del Tesoro… entomológico

La Pirámide de Ball: el hogar de una criatura que volvió a la vida

Fue descubierta en 1788, al mismo tiempo que la isla principal, nombrada así en honor al comandante del barco que la avistó. No fue hasta casi un siglo después, en 1882, cuando un pie humano la pisó por primera vez. Y hubo que esperar hasta 1965, 12 años después de que fuera coronado el Everest, para que un grupo de alpinistas conquistara por fin su cima.

Ese no fue, sin embargo, el primer intento de escalar la Pirámide de Ball. Un año antes, un grupo de scouts había desembarcado en el peñasco con el propósito de escalarlo, pero debido al mal tiempo, debieron desistir sin haber culminado la ascensión, aunque avistaron los restos de algo sorprendente.

Se trataba del cadáver de un enorme insecto, largo y negro. Lo fotografiaron y mostraron la imagen en Sídney, donde les dijeron que se trataba de un insecto Palo de Lord Howe y que, hasta donde se sabía, se había extinguido décadas atrás. Ellos respondieron que era imposible porque habían tomado la fotografía hacía pocos días.

Casi cuarenta años después, se volvía a ver un ejemplar de la especie, pero muerto. Tristemente, el descubrimiento quedó pronto semiolvidado, y hubo que esperar casi otros cuarenta años, hasta el 2001, para que se organizara una expedición que tuviera como objetivo saber si aún existían ejemplares vivos.

Cuatro hombres, dos científicos y sus asistentes, tomaron muestras de tierra en un bote y escalaron la Pirámide de Ball, sin encontrar apenas nada de interés. Pero al descender, avistaron una pequeña plataforma rocosa sobre el acantilado donde crecía un arbusto; ahí encontraron algo muy llamativo.

Era excremento de lo que parecía ser un insecto de gran tamaño, solo que no había insecto alguno cerca. Y de haberlo, no saldría de día, ya que el insecto palo es nocturno, así que tenían que volver y subir durante la noche.

Así lo hicieron. El científico Nick Carlile y el guardabosque Dean Hiscox volvieron al lugar de madrugada. Al llegar, vieron deslizarse por el suelo dos grandes y oscuros cuerpos. Luego más y más, hasta llegar a 24, bajo el solitario árbol. Estos sí estaban vivos y eran enormes.

Salvando los insectos palo

La Pirámide de Ball: el hogar de una criatura que volvió a la vida

Según Carlile, era como retroceder a una época donde los insectos dominaban el mundo. Los siguientes días siguieron investigando la Pirámide de Ball. No había más especímenes en ninguna otra parte. Solo ellos, esos 24, eran los últimos supervivientes de su especie. Toda la población mundial de Melaleuca howeana estaba a cien metros de altura sobre un acantilado casi vertical, en un pequeño rincón de apenas seis por treinta metros, en unos simples 180 metros cuadrados. Aún no se sabe cómo llegaron ahí, y es un misterio aún más grande cómo sobrevivieron tanto tiempo en ese entorno. Una tormenta fuerte, un rayo o un desprendimiento de tierra y todo habría terminado.

Dos años más tarde, el gobierno australiano, tras muchos estudios y reuniones, decidió permitir que cuatro de los insectos, dos parejas, fueran capturadas para iniciar un programa de recuperación.

Cuando llegaron los expertos a la Pirámide de Ball, se temió lo peor: había un desprendimiento de rocas. Parecía que todo se había acabado, pero al llegar arriba, los insectos seguían ahí. Se recogieron las dos parejas, una fue entregada a un criador en Sídney y a las dos semanas, murieron.

Solo quedaban Adán y Eva, como nombraron a la pareja en el zoológico de Melbourne. En principio, todo fue bien, pero de repente, Eva enfermó. Patrick Honan, su responsable, se encargó de ella hasta que milagrosamente se recuperó.

Cinco años más tarde, se habían conseguido 700 ejemplares adultos. Ahora existen colonias de cría no solo en la Pirámide de Ball, sino también en Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. El zoológico de Melbourne afirma tener más de mil insectos adultos y parece que los insectos palo sobrevivirán. Sin embargo, aún no se ha procedido a lo que sería el cierre perfecto del círculo: reintroducir la especie de nuevo en Lord Howe.

Aún no se sabe cómo llegaron los insectos la Pirámide de Ball, pero gracias a un descubrimiento que fue más una casualidad que otra cosa, la especie resurgió y ahora abunda en nuestro mundo otra vez.



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