Es necesario construir una población preparada para los retos de la sociedad en la Cuarta Revolución Industrial. Foto: geralt, Pixabay.
En diversas oportunidades nos hemos referido al deterioro persistente de la educación en Venezuela en décadas recientes. Los datos son muchos, tantos que exceden las limitaciones de este espacio. Sin embargo, bástenos apuntar algunos que ilustran un cuadro de depauperación a todos los niveles del sistema educativo inicial y primario (el universitario, igualmente empobrecido, requiere de consideraciones aparte), con el consiguiente perjuicio al estudiantado y al profesorado, que en definitiva comprometen el futuro de la nación.
Un estudio publicado por la Asociación Civil Con la Escuela en octubre de 2023 reveló que 24% de los maestros encuestados no son graduados en la carrera docente, es decir, no están capacitados ni formados para ejercer la profesión, incorporados en un intento improvisado de subsanar el déficit de docentes creado por la emigración de alrededor de 97 mil maestros, a lo que se suman unos 100 mil que han abandonado una carrera muy mal remunerada, para dedicarse a otras actividades u oficios.
De hecho, mientras la canasta básica llegó a US$ 535 en enero de 2024, el sueldo de un docente VI es apenas el equivalente a US$ 17 (sí, diecisiete dólares), al haber perdido 96% de su valor adquisitivo en 25 años de revolución.
Del lado estudiantil, la situación es igualmente dramática. De acuerdo con el artículo 103 de la constitución, casi 11 millones de jóvenes entre 6 y 18 años deberían estar asistiendo obligatoriamente a escuelas y liceos. Sin embargo, solo asiste 69%, quedando excluidos casi 3 millones. De los asistentes, 81% está en los peores promedios, es decir, casi 5 millones de jóvenes venezolanos, el futuro de Venezuela, no están alcanzando ni siquiera la calificación 09/20 en matemáticas o habilidad verbal, bases de la cultura y el razonamiento lógico.
El déficit de 25 mil instituciones educativas, las graves fallas en las existentes (62% de las escuelas sin iluminación apropiada, 60% sin baños operativos, 70% sin internet) añade a este cuadro de ruina y abandono que hoy en día representa al “estado docente” tipificado en la constitución. Carlos Calatrava, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), comenta que “recuperar las escuelas (unas 27 mil) y construir nuevas (casi 45 mil) que requiere el país, tiene un costo cercano a 11 mil millones de dólares. Esto sólo en planta física”.
En vista de tal situación de profundo deterioro del sistema educativo venezolano, instituciones como la UCAB, la Universidad Metropolitana, la Universidad Monteávila, el Centro de Reflexión y Planificación Educativa (Cerpe), la consultora EY y varias empresas, con la iniciativa e impulso de Fe y Alegría formaron la Alianza por la Educación a los fines de avanzar de ese “estado docente” hacia la “sociedad educadora”. En ella se propone establecer un nuevo contrato social en materia educativa que involucre a la sociedad educadora y no solo al Estado para que el país adapte la educación a las dinámicas y demandas propias del siglo XXI, como ha sugerido la Unesco.
Nuevo contrato que se propone seguir las orientaciones metodológicas de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, especialmente el ODS 4, relativo a educación de calidad y cuyas metas progresivas a 2030 y 2050, en clave venezolana son:
ODS4.1.-Asegurar que los venezolanos entre 0 y 18 años se integren a la escuela y culminen los niveles obligatorios en un sistema educativo público pertinente, de calidad, en democracia y libertad.
ODS4.2.-Ejecutar planes curriculares de formación para el trabajo de calidad integrados en la dinámica propia de la Educación Media venezolana, como vía para la vinculación pronta de hombres y mujeres al mundo productivo de acuerdo a las necesidades del país.
ODS4.3.-Alcanzar la plena integración escolar e inserción laboral de las personas con discapacidad sin más limitaciones que las asociadas al desarrollo de su potencial y las oportunidades presentes del entorno, con miras a la construcción de una cultura y políticas inclusivas.
ODS4.4.-Mejorar la actual planta física escolar y construir unas 25 mil nuevas escuelas correspondientes a los niveles obligatorios, a fin de garantizar el ejercicio del derecho humano a la educación.
ODS4.5.-Cumplir con una acción colaborativa de formación de educadores con las universidades e institutos pedagógicos del país, que permita el logro de más de 255 mil nuevos profesionales.
La meta de 2050 puede parecer muy remota para algunos (ciertamente lo es para mí) pero es así, paso a paso, como se construye una población educada, culta, preparada para los retos de la sociedad en la Cuarta Revolución Industrial, el siglo del conocimiento, como conocemos a los tiempos que vivimos.
La educación es siempre un proyecto de largo alcance. Demos el primer paso. Iniciemos ese andar cuyos resultados verán nuestros hijos y nietos.
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