El pintor y abogado barquisimetano José Miguel Bermúdez C. se adhiere a la corriente del abstraccionismo para pintar sus obras con una evidente superioridad que lo distingue en la plástica nacional e internacional.
El artista asume su trabajo con mucha seriedad y disciplina apuntalado en el estudio que lo llevó a establecerse por el lapso de dos años en Francia.
A su regreso a Barquisimeto actualmente expone por primera vez sus producciones en el evento titulado Reencuentros en el espacio Villandry. La muestra luego se extenderá al Espacio Arte de la Mueblería Zientte.
Se acoge plenamente a los códigos que rigen el abstraccionismo desde la variable del informalismo desplegando difusas imágenes de: franjas, puntos, manchones, masas y líneas.
Es la manera de realizar su estética por medio de un mundo irreal de sensaciones visuales. Un arte que entronca con el acontecer científico de la Modernidad del siglo XIX, antes y después de la Primera Guerra Mundial, De entre otros, la teoría de la relatividad de Albert Einstein que revoluciona la geometría del espacio y salpica con fuerza a la pintura.
Pese a que es notoria una severidad visual en sus creaciones, no por ello deja de retozar con el motivo que asume con sentido de placer, manifiesto en el despliegue variado del círculo cromático, precisamente su punta de lanza.
Su discurso plástico se sustenta en un diestro manejo de los colores para obtener un mosaico de distintas armonías por analogía, complementaria y monocromía. Todo mediante la participación subjetiva del artista sin pizca alguna de realismo, entendible por la corriente plástica que suscribe. Lo concreto está dado por la inventiva del pintor en que apuesta por la contraposición a la realidad.
A nuestro parecer, se trata de un pintor de vivencias emocionales muy intensas, dramáticas y misteriosas de exprofeso que en todo momento plasma en sus cuadros. Pero Bermúdez C. es un artista y luchador por la vida capaz de crear arte con lo que se afirma contrario al neurótico insatisfecho que rumia en su mal y nada más.
Se traslada con mucho rigor fraguando un mundo de tirantes sensaciones que vierte en el cuadro consustancial a la abstracción. Así, percibimos en sus obras unas atmosferas muy tensas en sus temas hasta llegar a lo explosivo y el caos que logra con las tonalidades oscuras como el rojizo, azul degradado y negro.
En otros recurre a fulgurantes focos de luz en la línea del impresionismo como afirmando lo bueno y esperanzador de la vida. No olvidemos que con la luz se anuncia, a mediados del siglo XIX, lo nuevo y progresista de la Revolución Industrial que en el arte pictórico trajo el abanico de los ismos.
También, se emparenta con un volcán en plena ebullición que nos remite a los estados convulsos a que suelen llegar los hombres en permanente enfrentamiento para desembocar en pugnas, violencia y guerra a lo que empujan las ideologías.
Con los colores vivos, entre estos el rojo, transmite unos toques violentos. Pero también presenta unas composiciones en tonalidades suaves que contrastan y reconfortan. Algo así como un acto de reconciliación con el polo opuesto de los estados sosegados. La otra cara de la moneda de su atractiva propuesta estética digna de reconocimiento. Pero, con esos elementos establece la comunicación y empatía con quien observa.
La plástica de José Miguel Bermúdez C. tiene la virtud de atizar al espectador por muy indiferente o neófito que éste sea por la fuerza de sus valores, entre estos la detonante pigmentación que define su estilo.
Un creador provisto de capacitación, sensibilidad y talento para el arte de la plástica, que impulsa desde las latitudes del abstraccionismo, en el Barquisimeto de los 471 años que a bien tiene presente.
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