Robert, David y Eddy nacieron en los suburbios de Nueva York, el 12 de julio de 1961, pero hasta los 19 años, ninguno supo que eran trillizos ¿Por qué? Fueron separados al nacer y entregados en adopción a tres familias distintas. La idea era hacer un experimento social secreto, del cual los dos hermanos se enteraron tiempo después de conocerse. Una historia llena de dolor y horror que hasta generó la creación de un documental.
Trillizos separados al nacer
Robert Shafran asistió a su primer día de clases en la universidad, cuando varios compañeros lo confundieron con otro estudiante llamado Eddy Galland. Fueron ellos lo que le insistieron en que se reunieran y cuando lo conoció, no podía creerlo.
“Sus ojos eran mis ojos y mis ojos eran los suyos. Era verdad”.
El tercer hermano, David Kellman, se dio cuenta que era la pieza final de ese puzzle cuando vio una foto en un periódico de dos estudiantes idénticos a él, que se habían conocido por primera vez.
Los trillizos se comportaron como niños durante los primeros días, recuperando su infancia perdida como hermanos. Así se volvieron un fenómeno mediático, llegando a varios programas de TV e incluso, apareciendo en una película donde actuaba Madonna.
Finalmente, los hermanos se mudaron juntos y abrieron un restaurante llamado “Triplets” en Manhattan en 1980.
La gran pregunta es ¿Por qué estaban separados? ¿Qué sucedió? Pues, todo fue culpa de un experimento.
El extraño experimento
Después de investigar su separación, se dio a conocer que los trillizos fueron parte de un oscuro experimento social secreto. Louise Wise, una agencia de adopciones que ya no existe, asignó una familia distinta a cada recién nacido, para que formaran parte de un estudio desarrollado por el Child Development Center, organismo que más tarde se fusionó con la organización Jewish Board, una agencia de servicio social.
Peter Neubauer, el psicoanalista que estaba a cargo del Child Development Center, realizó un estudio para investigar de qué forma influye la genética y la crianza en el desarrollo de las personas cuando crecen en ambientes socioeconómicos diferentes. Neubauer trabajó con la hija de Sigmund Freud.
En asociación con una agencia de adopción, los psicólogos dieron a David a una familia de clase trabajadora, a Eddy a un hogar de clase media, mientras que Booby terminó con una familia de clase media alta. Una especie de “lotería social” absolutamente sombría.
Su labor consistió en hacer un seguimiento periódico de los tres chicos durante años. Si bien las familias adoptantes sabían que eran hermanos, no conocían porque habían sido separados.
Cuando los trillizos se enteraron del experimento, calificaron la actitud de Neubauer como cruel, y lo compararon con los nazis.
“Me siguieron cuando era bebé, cuando era niño, y un día le dije a mi madre que no me gustaba que esas personas fueran a hacerme preguntas. No sé por qué decidieron hacer esto, no puedo verlo como algo humano. No puedes jugar con las vidas humanas. Teníamos que estar juntos y nos separaron por motivos científicos”.
Los trágicos desenlaces
Ante la revelación de la historia, la psiquis de los trillizos mutó en direcciones diferentes. Los tres lucharon con su comportamiento mientras crecían y tanto Eddy como David habían pasado tiempo en hospitales de salud mental.
Robert estuvo en libertad condicional después de declararse culpable de cargos relacionados con el asesinato de una mujer en un robo en 1978. David le dijo al New York Post, que todo se debió a la ansiedad por separación. Los que los estudiaban veían que estaba ocurriendo un problema y no habían hecho nada.
La tragedia llegó más pronto que tarde: aunque no se sabe el por qué, Galland se suicidó en los años 90.
Tim Wardle fue el director que creó un documental sobre la historia de los trillizos, llamada “Tres desconocidos idénticos”. Contó que el experimento fue mantenido en secreto para asegurar su efectividad de los resultados de las investigaciones.
De hecho, antes de morir en 2008, Neubauer, sin ningún tipo de remordimiento, dejó la información del estudio guardada en los archivos de la Universidad de Yale, con acceso restringido hasta el año 2065, por lo que aún nos queda esperar 41 años.
Sin duda, una historia triste y desgarradora, que nos demuestra como algunas personas están dispuestas a jugar con las vidas de las personas, pensando solo en su propio beneficio.
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