En junio de 1965, seis adolescente tonganos tomaron la decisión de huir de su internado en Nuku’alofa, capital del país, para pasar un día pescando. Sin embargo, su embarcación terminó naufragando y encallando en una isla desierta. Una situación que para muchos hubiese sido fatal, para estos chicos fue una prueba que superaron gracias al trabajo en equipo. Un evento que se le conoce como el Milagro de Tonga.
El Milagro de Tonga
Ese día, el líder del grupo era Sione Fataua, de 17 años estaba acompañado Luke Veikoso, de 16 años y gran fuerza física; Stephen Tevita, el habilidoso del grupo; Kolo Fekitoa, el artista; Mano Totau, de 16 años, y el más joven, David Tevita, de 15 años, quien, según confesó más tarde, fue seleccionado por ser el único de los seis que sabía navegar.
El plan de estos seis jóvenes no era muy elaborado: escapar del colegio aprovechando un descuido y tomar prestado un pequeño bote de apenas 7 metros de eslora para disfrutar de una jornada de pesca. Navegaron unos 8 kilómetros hacia el norte de la isla de Tongatapu y disfrutaron de una tarde agradable de pesca. Cuando llegó la noche, decidieron prolongar su aventura insensata y echaron el ancla para pasar la noche bajo las estrellas del Pacífico.
Mientras dormían, el tiempo comenzó a cambiar. El cielo estrellado se cubrió de nubes y el viento comenzó a mover la frágil embarcación en la que se encontraban. Cuando se despertaron en medio de una tormenta, ya era demasiado tarde para reaccionar. El viento había roto la amarra del ancla, y se encontraban a la deriva en el océano más extenso del planeta.
Durante ocho días, los jóvenes navegaron sin rumbo en un bote muy deteriorado por la tormenta, y sobrevivieron con agua de lluvia y los peces que lograron capturar. Los vientos los llevaron a más de 320 kilómetros de distancia, hasta que divisaron a lo lejos la isla de ‘Ata.
Era el momento de la verdad; su única esperanza residía en llegar a tierra firme. Después de considerarlo detenidamente, los jóvenes tomaron una decisión: se lanzaron al agua y nadaron durante 36 horas, apoyados en los restos de su naufragio, hasta que finalmente pudieron poner pie en esta isla desierta.
Sobrevivir en una isla desierta
La isla de ‘Ata es una de las 169 islas que componen el archipiélago de Tonga. Situada a unos 160 kilómetros de Tongatapu, la isla principal del archipiélago, durante muchos años estuvo habitada, pero una catástrofe cambió su historia para siempre.
Al llegar a la isla, los seis adolescentes se refugiaron en una pequeña cueva en un acantilado, donde vivieron durante tres meses. Fueron 90 días de mucha hambre y sed, y su única fuente de alimento provenía de las gaviotas, a las que cazaban para comer su carne, huevos y beber su sangre.
Fueron días extremadamente difíciles para los jóvenes, como Mano explicaba en una entrevista con la ABC australiana:
“Rezábamos día y noche por ser rescatados. Teníamos miedo, hambre y frío. La mayoría de los días llovía sin cesar y había mucho viento”.
Esta soledad forzada llevó a los jóvenes a unirse aún más:
“Un grupo de personas que no sabe dónde está y que carece de suficiente comida y bebida… No estábamos de acuerdo en todo, pero no teníamos más opción que trabajar juntos para sobrevivir”.
Con el tiempo, comenzaron a explorar la isla en busca de recursos y, un día, después de una caminata de dos días, descubrieron por casualidad las ruinas abandonadas de Kolomaile.
A partir de ese momento, la situación de los jóvenes mejoró. Encontraron a los descendientes de los pollos que habían sido abandonados por los habitantes originales, las antiguas plantaciones de plátano y taro, y reutilizaron los sistemas de recolección de agua de lluvia.
Stephen logró encender fuego utilizando dos palos, y los jóvenes se turnaron para asegurarse de que la valiosa hoguera nunca se extinguiera durante un año.
Un día, divisaron una embarcación a lo lejos, navegando cerca de la isla. Inmediatamente, encendieron señales para llamar la atención de los tripulantes del barco que podría salvar sus vidas. El barco comenzó a acercarse, llenando de esperanza a los jóvenes, pero se desilusionaron al ver que siguió su rumbo, alejándose.
Con madera y cocos, Kolo logró construir una guitarra con la que entretenían sus noches tocando música y cantando.
Intento de escape y rescate
Hartos de esperar a ser rescatados, los jóvenes tomaron medidas: utilizaron troncos de árbol para construir una pequeña embarcación con la que intentaron regresar a casa. Sin embargo, apenas un kilómetro después de partir, la embarcación se rompió, forzándolos a regresar una vez más a la isla.
Afortunadamente, pocos días después, el 11 de septiembre de 1966, un barco pesquero australiano se acercó a la isla de ‘Ata, y su capitán, Peter Warner, quedó sorprendido al ver trozos de vegetación quemada en la distancia. Movido por la curiosidad, ordenó que se acercaran a la isla y pudo avistar a los seis jóvenes desnudos. Desde la distancia, por precaución, intentó comunicarse con ellos y se sorprendió al darse cuenta de que respondían en inglés fluido: “Somos seis y creemos que llevamos aquí unos quince meses”.
El capitán tuvo sus dudas debido al aspecto de los jóvenes, como explicó Mano en una entrevista:
“Estábamos muy asustados, porque estábamos desnudos, con el pelo largo. Nos lanzamos al agua y nadamos hasta el barco. El señor Warner no bajó la escalera porque tenía miedo. Afortunadamente, pudimos comunicarnos con ellos en inglés y respondimos a sus preguntas. Les mostramos una foto de la reina y dijimos: ‘sí, esa es nuestra reina Salote’”.
Una vez que admitió a los jóvenes a bordo, el capitán se puso en contacto por radio con la capital de Tonga, Nukuʻalofa, donde le explicaron que los seis adolescentes se habían dado por muertos, e incluso se habían celebrado funerales en su honor.
Los jóvenes fueron recibidos con honores a su regreso a casa, excepto por una persona: el dueño del bote con el que habían escapado los denunció por robo, y tuvieron que responder a preguntas de las autoridades. Sin embargo, una vez aclarado el malentendido, se celebró un gran banquete al que asistió el capitán del barco que los había rescatado.
Más tarde, los jóvenes regresaron a la isla de ‘Ata, donde grabaron un documental sobre su increíble aventura.
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