La portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, ha defendido este lunes que es víctima de “una cacería mediática” y que es “absurdo” que la cámara la investigue por un supuesto voto irregular en el pleno del 1 de febrero, ya que lo que intentó, ha reiterado, fue apagar un escaño desocupado. La polémica, resumida en el vídeo oficial de la sesión y recogida por los sistemas informáticos del Parlamento, gira alrededor de dos votos supuestamente emitidos por la líder de extrema derecha ante una iniciativa de Más Madrid. Uno se hizo desde su escaño. El otro, desde el que había ocupado hasta el 25 de enero José Luis Ruiz Bartolomé, dimitido y sin sustituir por otro diputado en ese momento. Como resultado, Vox tuvo más votos que diputados presentes en el pleno. Un presunto sufragio irregular por el que Monasterio se arriesga a ser suspendida hasta un mes como diputada, además de a pagar una multa.
“Es imposible votar en nombre de un diputado que ya estaba dado de baja, no tenía ni el rótulo en el escaño, es todo absurdo”, ha argumentado Monasterio este lunes, durante la rueda de prensa posterior a la junta de portavoces. “Intenté apagar un escaño que no debía estar funcionando, le di a todos los botones habido y por haber. No tengo absolutamente nada que ocultar. Fue así”, ha asegurado.
“No me ha parecido correcto que la presidenta dé indicaciones sobre que me tenía que sancionar”. ha añadido, en referencia a que Isabel Díaz Ayuso ya avanzó en el pleno del jueves pasado que debía ser multada. “Me ha parecido chocante”, ha insistido. Y ha rematado: “¿Desde cuándo un Gobierno da órdenes públicamente al presidente de la Asamblea?”.
Estos son los pasos, acciones y fechas clave de una polémica que puede acabar con Monasterio sancionada:
25 de enero. José Luis Ruiz Bartolomé, mano derecha de Monasterio en la cámara, deja su escaño para volver a la actividad privada. Vox tiene una semana para reemplazarle antes del primer pleno del nuevo periodo de sesiones. Tampoco es que sea urgente: el PP tiene mayoría absoluta y su presencia no cambiará nada.
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31 de enero. Un día antes de la celebración del pleno, Pablo Gutiérrez de Cabiedes renuncia a ocupar el escaño, que le corresponde por ser el siguiente en la lista electoral. Su decisión agudiza la crisis de un partido zarandeado de polémica en polémica en los últimos meses. Y así, Vox llega al pleno del día siguiente sin que su nuevo diputado, Javier Pérez, haya tomado posesión y, por lo tanto, con un voto menos y una silla vacía.
1 de febrero. Al final del pleno, el presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio (PP), toma la palabra para hacer una advertencia antes de que arranquen las votaciones. “Antes de empezar a votar, les aclaro que un diputado, por error, ha apretado el botón de presencia en dos escaños distintos”, dice el exvicepresidente regional, que resta importancia a esa acción. La polémica, de hecho, estalla posteriormente, cuando los servicios técnicos de la Cámara detectan que se ha votado desde el escaño de Ruiz Bartolomé, que ya no es diputado y no ha sido sustituido por Vox. Es decir, que alguien ha votado dos veces.
5 de febrero. Ossorio decide abrir una investigación y todas las miradas se dirigen inmediatamente hacia Monasterio. Porque Henríquez de Luna admite en la junta de portavoces que él activó como presente dos lugares distintos. No quería que el asiento contiguo al de Monasterio quedara vacía, cosa poco estética ante las cámaras, pero finalmente volvió a su escaño. La líder es quien viene a admitir haber votado varias veces, aunque tampoco lo dice claramente.
“Son cosas de la tecnología”, se ríe durante una rueda de prensa en la que se describe apretando y desapretando botones a toda prisa para intentar apagar el escaño. Pero nadie se toma el asunto a broma en el Parlamento. Y mucho menos el PP, que ve una oportunidad ideal para cobrarse cuentas pendientes con su antigua socia, o en la oposición de izquierdas, en la que Más Madrid registra un escrito solicitando que sea suspendida como diputada durante 30 días.
Nunca había pasado igual en la Asamblea de Madrid, según detalla un portavoz de la institución. Pero sí hay precedentes fuera de la región. Por ejemplo, en el País Vasco. Allí, en 2003, el Parlamento sancionó con un mes sin poder ejercer sus derechos a Carlos Iturgaiz por haber activado el indicador electrónico de presencia en la Cámara de su compañero Jaime Mayor Oreja.
8 de febrero. En plena sesión de control a su Gobierno, Ayuso apuesta por sancionar a Monasterio por su acción. “Si usted va por una carretera en la que tiene que circular a 80 [kilómetros por hora], y la pillan a 140, señora Monasterio, usted comprenderá que tendrá que ser multada”, asegura la presidenta regional. “Lo que no se ha visto en la vida es que vote por otro diputado que se ausenta”, denuncia. Monasterio responde asegurando que la líder conservadora persigue expulsarla de la Cámara a toda costa, y bromea, gesticulando, cuando llega el final de la sesión, toca votar, y hace movimientos grandilocuentes a cada paso.
9 de febrero. Así se llega hasta el viernes, cuando la Mesa de la Asamblea decide poner en marcha el proceso que previsiblemente acabará por sancionar a la portavoz del partido de extrema derecha. De esta manera, Enrique Ossorio aportará en la próxima reunión de la Mesa, programada para este viernes, un escrito detallando lo ocurrido; identificando al autor de los hechos investigados; especificando “las sanciones que pudieran corresponder, sin perjuicio de lo que resulte de la instrucción”; y proponiendo el procedimiento y el órgano competente que debe regir esa posible sanción, que en su caso aprobaría la Mesa, donde el PP tiene mayoría absoluta.
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