“La sociedad de las nieves”, “20.000 especies de abejas”, “Saben aquell” y “Que nadie duerma” las que se llevaron más reconocimientos durante la noche. Foto: @goya_2024
La 38ª edición de los Premios Goya vio la coronación absoluta de Juan Antonio Bayona y La sociedad de la nieve, que logró doce de las trece estatuillas a las que optaba. Es la primera vez que el barcelonés se lleva el cabezón a la mejor película, pero es el cuarto en su trayectoria como director.
Bayona quiso reivindicar las buenas cifras de una película española y en español, la producción más grande de la historia de nuestro país, que ya ha atraído a más de 45.000 espectadores a salas. El director tuvo unas palabras para con la salud del cine de masas: “El público es nuestra gran asignatura pendiente”, alegando que falta “un público fuerte, una industria fuerte para que podamos desplegar todo el talento que tenemos”.
Fue una noche de pocas sorpresas, a pesar del aturdimiento ante una homogeneidad tal en el reparto de los galardones, que a ojos de quien les escribe lleva a plantear la necesidad de otro sistema de votos, por comité o por especialidad.
20.000 especies de abejas, la otra favorita de la velada por su buena carrera en festivales y premios, traía quince nominaciones y se llevaba la dirección novel para Estibaliz Urresola, el mejor guion original y la mejor actriz de reparto para Ane Gabarain.
Cerrar los ojos, de Víctor Erice, partía con una vez nominaciones pero finalmente sólo ha conseguido el galardón a mejor actor de reparto para José Coronado. Por otra parte, Pablo Berger consiguió dos estatuillas con su Robot Dreams, una para mejor película animada y la otra para mejor guion adaptada por su trabajo sobre la novela homónima de Sara Varon.
Nada fuera de lo esperable, ya que las previsiones situaban la batalla entre las dos grandes triunfadoras de la temporada: la de Estibaliz Urresola como epítome del cine independiente que brilla en festivales (a pesar del casi-vacío de la ganadora de la Concha de Oro). , O corno, que sólo celebró a Janet Novás como actriz revelación).
“El David” contra “el Goliat”, lo calificaban los medios: el buen año del cine indie español contra la buena racha del cine-gigante. La sociedad de la nieve lleva un presupuesto estimado de 60 millones y Netflix detrás.
En las categorías interpretativas protagonistas, se cumplieron pronósticos con David Verdaguer por Saben aquell y Malena Alterio por “Que nadie duerma”, ambos anteriormente premiados en los Gaudí y en los Feroz. Verdaguer tuvo unas palabras para “los humoristas y los cómicos de este país, porque hacen un trabajo muy serio” en tiempos de “mucho miedo”.
Mientras seas tú. El aquí y ahora de Carme Elías ha ganado esta noche el Premio Goya a mejor documental. La película, coproducida por el mallorquín Óscar Bernàcer, narra “de forma íntima y valiente” el alzhéimer que padece la reconocida intérprete. La directora, la venezolana Carla Pinto, ha dedicado el galardón a la actriz, que no pudo asistir a la gala. “Por tu coraje, por tu generosidad, por el cariño que le das a tu profesión”, afirmó emocionada con el cabezón en alto.
También se lo ha “dedicado a las 900.000 personas que sufren alzhéimer y otras demencias en este país” y ha concluido que “el cine es el arte que nos sostiene y nos transforma”. La anécdota de este premio se ha producido cuando todo el equipo ha subido al escenario, ya que han empezado a cantar Cumpleaños feliz debido a que era el aniversario de la cineasta, que ha reconocido al iniciar su discurso: “No sabía que podía estar tan triste y tan feliz a la vez”, en referencia a sus sentimientos hacia Carme Elias.
Quizás el momento más caluroso de la velada lo haya dado Sigourney Weaver, Goya Internacional. La afamada teniente Ripley, que rodó hasta seis veces en España (entre otras, con Ridley Scott, Roman Polanski, Rodrigo Cortés y el mismo JA Bayona), recibió el galardón de manos del director de aquella Un monstruo viene a verme.
“He conocido ¡e interpretado! a algunos monstruos”, explicó sobre su trayectoria por la industria, “siempre en busca de historias sobre y para mujeres que nos recuerden lo poderosas que somos, de maneras muy sorprendentes”.
Absolutamente pletórica, aprovechó para dedicar el premio a la actriz de doblaje que lleva más de una treintena de películas dando voz, desde Alien: María Luisa Solá. Era un momento de auténtica conexión emocional dentro de una gala marcada por las denuncias en formato “lista de la compra”.
El discurso de Fernando Méndez-Leite, presidente de la Academia de Cine, unía en una misma enumeración a Argentina, Gaza, Ucrania ya los abusos, condenados ampliamente bajo el lema de #SeAcabó.
Todo el mundo contento, en una ceremonia profundamente dividida por las contradicciones. Porque sí se aupó la diversidad ya la representación trans, pero siempre con la cámara pinchando solamente a La Dani (intérprete no binarie nominade por Te estoy amando locamente) como respuesta desde la platea.
Y sí, los Javis y Ana Belén presentaron una gala repleta de bromas incluso hemos aplaudido las referencias a “Valladolinch” (en referencia a la maravillosa influencer Carmen Merina/Rayo McQueer, ídolo queer) y al Valladolid de Miguel Delibes. y Los santos inocentes… Mientras los líderes de Vox seguían sentados en la platea.
La ultraderecha y sus alegaciones ofensivas contra el cine español recibieron abucheos y comentarios más o menos directos, pero entonces: ¿para qué invitarles en primer lugar? ¿Puede convivir el cambio real, la diversidad y el espacio seguro, con una organización que obliga a la convivencia con el odio?
En 2025, los premios Goya se entregarán en Granada y las contradicciones seguirán allí… Deberíamos empezar a resolverlas, como industria y como pueblo. Con información de Eluniversal.com y diariodemayorca.es
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