Invocar al Universo o Dios te puede ayudar

En las tradiciones abrahámicas —el judaísmo, el cristianismo y el islam— se sostiene la creencia de que Dios tiene un conocimiento completo y absoluto de todo lo existente, pues, siendo el creador de todo, posee un entendimiento perfecto de su creación, incluyéndose a sí mismo.

En contraste, desde la perspectiva científica, la noción de omnisciencia resulta más compleja de abordar (“Quién es el Universo”, Págs. 28-36, FB Libros). La ciencia opera mediante la observación y la experimentación, y el concepto de una sabiduría infinita escapa a los límites del mundo físico. Aplicando el método científico, no es posible observar o experimentar la omnisciencia, lo que impide demostrar o refutar su existencia de manera empírica. Sin embargo, es posible formular teorías basadas en hipótesis lógicas para aproximarse a este concepto.

Jennifer se preguntaba si creer en Dios y pedirle ayuda podría ser beneficioso para ella, o le crearía problemas…

“Jennifer: Hola, gracias por recibirme. Últimamente he estado pensando mucho sobre si a Dios, si es que existe, podría requerir su intervención y ser bueno para mí.

Psicóloga: Es una pregunta muy personal… La espiritualidad y la fe pueden ser fuentes importantes de consuelo y orientación para múltiples personas. ¿Has tenido alguna experiencia previa con la religión o la espiritualidad?

Jennifer: No mucho, honestamente. Fui criada en un hogar no religioso…

Psicóloga: Entiendo. El sentimiento religioso puede manifestarse de muchas formas y no necesariamente tiene que estar ligada a un credo específico. Para algunas personas, se trata de una conexión con algo más grande que ellas mismas, una forma de encontrar sentido y propósito. Para otras, formar parte de una iglesia les brinda apoyo y compañía.

Jennifer: Me gusta la idea de tener a alguien o más bien algo en lo que o quién confiar, especialmente en momentos difíciles… Estoy abierta a intentarlo, pero no estoy segura por dónde empezar o si realmente me ayudará a ser más feliz, o más bien me pueda enredar o complicarme en mi forma de ser y de sentir… 

Psicóloga: Es natural tener dudas en este tema. Podemos trabajar juntas para encontrar recursos y prácticas que te ayuden a responder tus preguntas… y que conozcas estrategias que coadyuven a alcanzar una mayor felicidad y satisfacción en la vida. ¿Te parece bien?

Jennifer: Sí, eso suena genial. Estoy lista para empezar este viaje…”

Desde una perspectiva psicológica, la concepción de la mayoría de los seres humanos de que Dios es omnisciente y la idea de que somos parte de una conciencia divina o universal puede tener implicaciones profundas en nuestro bienestar emocional y espiritual. Para miles de millones de personas, creer en una divinidad que abarca todo el conocimiento y en la cual estamos inmersos, no solo físicamente sino también a nivel de conciencia, puede proporcionar un sentido de pertenencia y conexión con el universo. Bajo esta conciencia infinita —para aquellos credos que ven al Universo como una manifestación de lo divino— se concibe la idea de que todos los seres existimos dentro de Dios. Estaríamos literalmente inmersos en la divinidad dado que formamos parte de Dios en cuerpo y conciencia.

Esta noción de estar interconectados con lo divino o con el tejido mismo del universo puede llevarnos a un entendimiento más profundo de la felicidad. La felicidad, bajo esta perspectiva, trasciende la mera satisfacción temporal o el placer efímero. Se convierte en una conexión íntima con el propósito más profundo de la vida y con la esencia divina o universal que reside dentro de nosotros. Igualmente y dado —de acuerdo a los conceptos teológicos—que Dios está en todas partes, esto implica que se encuentra en nosotros, en cada átomo y sus partículas, así como en cada una de las células que nos conforman, y del mismo modo, en nuestra conciencia. Ergo, estamos en Dios —o dentro de un Universo viviente— y Él en nosotros.

Reconocer nuestra propia naturaleza sagrada, o nuestra conexión fundamental con el universo, puede ser una fuente de consuelo y fortaleza. Nos permite ver la presencia constante de lo divino o de las fuerzas universales en cada aspecto de nuestra existencia, lo que puede influir positivamente en nuestra capacidad para enfrentar desafíos y encontrar significado y alegría en la vida. Es un reconocimiento una esencia atómica y universal, y por ello de la presencia constante de la Divina Providencia o de las fuerzas universales en cada aspecto de nuestra existencia.

No es solo un acto de creer en nosotros mismos sino igualmente un acto de convicción el confiar en la divinidad o en una fuerza universal que reside en cada célula, en cada partícula del átomo. Conocer esta realidad divina interna puede ser el principio para encontrar una inagotable fortaleza y esperanza y, por supuesto, de felicidad, que debe ser, en realidad, el propósito de vivir.

Las creencias religiosas en sus diversas formas, así como la ciencia, nos ofrecen caminos para enlazar con lo divino o con el Universo, y reconocer la presencia divina o universal en todo lo que nos rodea.

Al darnos cuenta de que estamos compuestos por las mismas partículas que el Universo o creer que la Divina Providencia reside en todo, entendemos que la felicidad proviene de esa unión cósmica. Los invitamos a abrazar la divinidad en nosotros y en el Universo, y a descansar en ese vínculo hermético para lograr una mayor felicidad (Gessen y Gessen, Maestría de la Felicidad, 2024).

Si no es religioso, seguramente sí cree en el Universo. De ser así, entonces el concepto unidad universal sería similar porque existen fuerzas y magnetismos en todo y cada una de las partes en el Cosmos, todos acoplados —de acuerdo a la física cuántica y la Teoría de las Cuerdas— y por ende con cada parte de nuestro cuerpo… Lo trataremos próximamente.