Hamás ha convertido este jueves la primera entrega de rehenes sin vida del alto el fuego en una tétrica ceremonia propagandística contra Benjamín Netanyahu para subrayar —con un ojo puesto en el público israelí— que fueron secuestrados con vida en el ataque del 7 de octubre de 2023, pero murieron luego en Gaza por los bombardeos israelíes. El movimiento islamista ha entregado los ataúdes (cada uno con el nombre en hebreo y la foto del muerto, así como del primer ministro israelí) al Comité Internacional de la Cruz Roja, que los ha llevado a las tropas israelíes para que un rabino militar oficiase una ceremonia fúnebre, aun dentro de la Franja.
El personal de la Cruz Roja ha ido cubriendo con una tela blanca los ataúdes y colocado un biombo ante las cámaras. No ha servido para mucho. Estuvieron expuestos sobre un escenario durante casi media hora, mientras sonaba música nacionalista y religiosa. Luego, milicianos de Hamás y de las dos facciones armadas que retenían a los cuatro rehenes —las Brigadas de los Muyahidín y la Yihad Islámica— transportaron los ataúdes desde el escenario (donde figuraban réplicas de misiles de EE UU, para resaltar su rol en que no estén volviendo sanos y salvos) hasta cerca de los vehículos de la organización internacional.
En los ataúdes están los cuerpos de Shiri Bibas y sus hijos Ariel y Kfir —los más jóvenes de los más de 250 rehenes tomados en el ataque y que hoy habrían tenido cinco y dos años, respectivamente— y el octogenario Oded Lifshitz.
El escenario, en Bani Suheila, cerca de la ciudad de Jan Yunis, estaba lleno de mensajes —en árabe, hebreo e inglés— pensados para el público israelí. Dominaba una imagen de Netanyahu presentado como un vampiro sediento de sangre con los rostros de los cuatro muertos y un mensaje: “El criminal de guerra Netanyahu y su ejército nazi los mataron con misiles desde aviones sionistas”. Yardén Bibas, el respectivamente marido y padre de tres de los muertos, fue liberado el mes pasado por Hamás en uno de los canjes del alto el fuego, que cumple un mes con dos semanas de retraso en el inicio de las negociaciones para pasar a la segunda fase, que conlleva sobre el papel el fin definitivo de la guerra.
Cientos de gazatíes siguieron la ceremonia tanto desde la explanada (donde Hamás colocó sillas) como desde los altos de los edificios en ruinas en las proximidades, según se podía ver en las imágenes televisivas (Israel impide a la prensa la entrada libre a Gaza). La elección del sitio no era causal: las fuerzas terrestres israelíes se concentraban allí durante la invasión.
Reanudación de la guerra
Había, además, decenas de milicianos, con las herramientas habituales de la guerra propagandística, como la exhibición de armamento israelí (presuntamente quitado a los soldados) o mensajes como “El día después [de la guerra] es el Diluvio de Al Aqsa” (el ataque del 7 de octubre de 2023) o “La reanudación de la guerra = el regreso de vuestros prisioneros en ataúdes”, en respuesta a las amenazas de retomar los bombardeos con más de 60 rehenes aún en Gaza, entre vivos y muertos. El texto iba acompañado de la imagen de un miliciano con raíces de árbol en la tierra, en vez de pies, para subrayar la pertenencia a la tierra, con el plan del presidente de EE UU, Donald Trump, de “limpiar” Gaza de sus habitantes como trasfondo.
Otro lema era “Ni olvidamos, ni perdonamos”, en respuesta al mensaje que el Servicio Israelí de Prisiones imprimió en la ropa de los reclusos palestinos junto con la estrella de David y que difundió, al excarcelarlos entre humillaciones en el anterior canje, el pasado sábado. Las ceremonias de entrega de los rehenes y el trato a los presos palestinos antes de su liberación han llevado a la Cruz Roja a recordar a las partes en repetidas ocasiones la importancia de respetar la dignidad de las personas durante los canjes.
Hamás ha emitido un comunicado en el que asegura que hizo “todo lo posible para proteger a los cautivos y preservar sus vidas” y atribuye “toda la responsabilidad” de su muerte al Gobierno de Netanyahu, por haber “obstruido repetidamente” un intercambio mientras bombardeaba constantemente Gaza durante más de un año. “Los canjes son la única manera de devolver a los cautivos con vida a sus familias. Cualquier intento de recuperarlos por la fuerza militar o mediante una nueva guerra solo conducirá a más pérdidas entre los cautivos”, subraya.

El presidente israelí, Isaac Herzog, ha emitido un comunicado en el que pide perdón en nombre del Estado por “no proteger” a los secuestrados el 7 de octubre de 2023, en el que los milicianos encontraron poca resistencia y los refuerzos tardaron mucho en llegar, y “por no traerlos a casa sanos y salvos”. “Agonía. Dolor. No hay palabras. Nuestros corazones —los corazones de una nación entera— están hechos pedazos”, añade.
A diferencia de las liberaciones previas de rehenes con vida, los cadáveres han sido entregados a las tropas israelíes dentro de Gaza (en esta primera fase del alto el fuego están agrupadas en una zona tampón) para que el rabino militar jefe oficiara una breve ceremonia fúnebre. Luego, serán transportados en ambulancias escoltadas por la policía hasta el Centro Nacional de Medicina Forense en Abu Kabir, al sur de Tel Aviv, que ha sido declarado zona militar cerrada.
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