Todos los días llegan a Panamá más de 2.800 nuevos migrantes. Todos piden comida. Foto: Yasmín Castillo
Después de atravesar durante varios días la selva de Darién -frontera natural de Panamá con Colombia-, con sus colinas embarradas, ríos de repentinas crecidas y la amenaza de la picadura de serpientes o robos, miles migrantes llegan diariamente al poblado indígena de Bajo Chiquito, donde las autoridades los registran.
La calle principal de este pueblo de unas pocas decenas de casas de madera a la orilla del río Turquesa está colapsada por una larga fila de migrantes, que esperan durante horas bajo el sol o la lluvia, entre lodo y basura, a que la Policía fronteriza les tome los datos, requisito fundamental para seguir su trayecto.
Un puñado de miembros del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) registran a los recién llegados y tratan de mantener algo de orden entre los empujones, llamadas de auxilio y denuncias de que algunos se cuelan pagando dinero a otros migrantes.
“No damos abasto, esos muchachos no descansan. El único país que está haciendo esto es Panamá, contabilizarlos. A mí a las seis de la tarde me dicen que llegaron 2.890, pero ellos a las 2 de la mañana se acuestan, porque de los 2.890 tienen que desglosar las nacionalidades y tienen que desglosar si es menor o no es menor, si tiene los documentos», explica a EFE la máxima autoridad del Senafront en la región, el comisionado Reinel Serrano.
Además del registro general, se realizan biometrías a los sospechosos, ante la posibilidad de que entre los miles de migrantes de más de un centenar de nacionalidades se cuelen delincuentes o terroristas, con alertas de búsqueda internacional.
El comisionado Serrano afirma que el problema se acentúa cuando el migrante no tiene suficiente dinero para continuar su trayecto hacia el norte, lo que hace que quizá 1.000 que no pueden continuar se sumen a las 3.000 nuevas llegadas, desbordando el sistema.
“Por ahora lo hemos manejado al nivel límite, pero límite, porque hasta para la comida a veces duele (…) que hay que darle a la mujer y a los niños, todos vienen con hambre, vienen sin dinero porque les robaron, y a veces hay 4.000 comidas y 4.000 comidas no alcanzan”, detalla.
OPS ampliará su labor de registro de migrantes irregulares en Darién
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reforzará sus procesos de captación de los datos de los migrantes irregulares en la provincia de Darién.
Esta información -reseñada por laestrella.com.pa– se conoció durante la reunión entre el director regional de Salud de Darién, José Luis Samudio, y los representantes de la OPS. en Panamá.
Samudio y los delegados de la OPS se reunieron para evaluar futuras acciones de cara a la atención que en materia de salud se les brinda a los migrantes irregulares, quienes a traviesan desde Colombia la selva de Darién.
Se conoció que la OPS reforzará sus esfuerzos con equipo y recurso humano para facilitar la base de datos de quienes a traviesan la zona selvática hacia Estados Unidos. La idea es brindar una mejor atención a esa población.
Biblioteca de Texas ofrece capacitación gratuita a migrantes
En Texas, uno de los estados con mayor población hispana en Estados Unidos, muchos latinos buscan capacitarse. Laura Sepúlveda, corresponsal de la Voz de América, se encuentra en Austin, y nos cuenta sobre la iniciativa de una biblioteca pública de enseñar de forma gratuita a los migrantes.
Diseñador venezolano promueve un proyecto de remanufactura y sostenibilidad con mujeres migrantes en Colombia
El proyecto de Alejandro Crocker y la Fundación Juntos Se Puede representa un paso significativo hacia la sostenibilidad y el empoderamiento de mujeres migrantes. Foto: Cortesía Fundación Juntos se puede)
La Fundación Juntos Se Puede, en colaboración con el renombrado diseñador de moda venezolano Alejandro Crocker, ha emprendido un ambicioso proyecto piloto que tiene como objetivo promover la remanufactura y la sostenibilidad a través de la economía circular, brindando oportunidades a mujeres migrantes, refugiadas y retornadas en Colombia.
La iniciativa, que se enmarca en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 12, se centra en la producción y consumo responsables, impulsando la reutilización, reparación, renovación y reciclaje de materiales y productos existentes. Esto permitirá la creación de un valor añadido a las prendas y la implementación de programas de sostenibilidad.
Crocker expresó su compromiso con el proyecto durante el primer encuentro que tuvo lugar en las instalaciones de la Fundación Juntos Se Puede en Bogotá. “Yo sé que migrar y llegar hasta aquí no nos hace mejores ni peores que otros, pero sí tenemos que construir con trabajo y con ejemplo lo que nosotros venimos a enseñar y lo que venimos a sembrar, a sembrar bonito”, señaló.
Durante este evento inicial, las mujeres participantes tuvieron la oportunidad de aprender sobre la importancia de la sostenibilidad en la industria textil y cómo esta puede contribuir al equilibrio entre el crecimiento económico, la protección del medio ambiente y el bienestar social.
La primera fase de este proyecto se estará llevando a cabo durante cuatro meses, donde se capacitará a un grupo de 20 mujeres en confección y remanufactura, se les ayudará a crear su marca y prototipar su producto, pero a su vez, trabajarán vendiendo sus prendas a la marca Alejandro Crocker con la visión de cerrar el ciclo de la económica circular con bienestar e integración, educación al trabajo y trabajo formal sumando a un planeta sostenible. Con información de migravenezuela.com
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