“Por el mismo efecto caótico en el tiempo que en el espacio, las cosas van cada vez más rápido cuando se aproximan a su culminación, tal como el agua acelera misteriosamente su curso al aproximarse a la cascada”. (Jean Baudrillard, L’illusion de la fin)
El título de este artículo lo tomamos de una frase atribuida al político francés Charles Maurice de Talleyrand (1754-1838), ministro de Napoleón Bonaparte (1769-1821). Con esta expresión se alude a los primeros síntomas del derrumbamiento moral o material de una persona o empresa, quien la habría pronunciado cuando éste sufrió las primeras derrotas militares en España, a las que seguirían los desastres de la invasión de Rusia y el epílogo de Waterloo. Así presentía Talleyrand que el imperio napoleónico se derrumbaría en poco tiempo. Precisando el concepto, podríamos afirmar que se trata del comienzo de una serie de eventos que conduce al final.
En nuestro país esa apreciación del principio del fin de un régimen que va de salida ya se siente en todos los ámbitos. Acá nadie pone en duda que venimos transitando, como país, un camino surcado de incertidumbre, desasosiego e indetenible corrupción. Ya la idea de crisis permea todos los estratos, desvaneciendo las sentidas aspiraciones de progreso, seguridad y bienestar.
Cada día aparecen noticias que dibujan un cuadro desalentador, un porvenir más que paradójico, caótico y peligroso que desembocan en la desesperanza.
Ya se acaban las artimañas para ocultar la dura realidad, se percibe ese final pues este régimen no pudo cumplir en más de dos décadas, ni podrá cumplir nunca, porque no cuenta con la capacidad, la formación, la dedicación, ni el personal adecuado para emprender la impostergable tarea de sacar a la Nación de ese marasmo al cual él mismo terminó de llevarla.
Ya no hay arenga que estimule ni propaganda que genere esperanzas, pues los vicios acumulados en esta terrible travesía de disparates se han vuelto costumbre, y han sido tantos los brincos acomodaticios con su ideología que ya resulta una retórica cansona y falsa. Se percibe ese tránsito del principio del fin cuando vemos la esperanza que despierta, en la mayoría de los ciudadanos, la candidatura de María Corina Machado, quien nos invita, a TODOS los venezolanos, a rescatar esa anhelada “Tierra de Gracia”.
Ahora se divisa el principio del fin pues la sociedad venezolana ha comprendido que nuestro país no puede seguir siendo el país de las oportunidades perdidas y está conformando en toda su geografía la Red 600K y esos Comanditos que con su comprometido desempeño, garantizarán la victoria de María Corina.
¿Será el principio del fin de este perverso régimen? Tal vez. Nos viene a la memoria lo expresado por Winston Churchill al derrotar en una importante batalla al ejercito del mariscal Rommel (El Alamein): “Este no es el final, no es ni siquiera el principio del final, puede ser más bien el final del principio”. Pero ganó la guerra.
Manuel Barreto Hernaiz
Manuel Barreto Hernaiz
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