
Llegó diciembre y en algunos países también llegó el invierno y el frío. Para algunas personas, estos son buenos, pero para otras, quizás no tanto. Un reciente estudio reveló que durante esta época, las personas comen más, se ejercitan menos y tienen más relaciones sexuales, afectando directamente la forma en cómo piensan, se sienten y comportan.
El invierno, la tristeza y el desánimo

Muchas personas suelen sentirse apáticas y desanimadas en invierno, lo cual es algo más común de lo que parece. La Asociación Estadounidense de Psiquiatría estima que el 5 % de los estadounidenses se deprimen debido al “trastorno afectivo estacional” o SAD, por sus siglas en inglés.
El SAD se caracteriza por sentimientos de desesperanza, menor motivación para realizar actividades que generalmente se disfrutan, y letargo. Incluso aquellos que no llegan al umbral clínico experimentan aumentos de ansiedad y síntomas depresivos.
Los expertos vinculan al SAD durante el invierno a una menor exposición a la luz solar, lo que conduce a niveles más bajos de serotonina. Según la idea de que la luz solar es clave para el estado de ánimo, el SAD es más común en las zonas septentrionales del mundo, como Alaska o Escandinavia, donde hay períodos prolongados de invierno.
Esto, incluso, se puede ver en el reino animal. Nuestro pariente más cercano, el macaco Rhesus, por ejemplo, también tiene descensos estacionales del estado de ánimo.
Algunos científicos han notado que el SAD muestra muchos paralelismos con la hibernación, por ello muchos animales reducen su metabolismo y se saltan la peor parte del invierno. El trastorno puede tener su origen en adaptaciones que conservan energía en una época del año en la que los alimentos normalmente escaseaban y cuando las temperaturas llegaban a picos bajos, planteando mayores demandas energéticas para el cuerpo.
Aumento de peso en climas fríos

También es común que el invierno sea la época donde más aumentamos de peso. Las investigaciones sugieren que las dietas son peores y una revisión reciente a varios estudios encontró que el incremento de peso promedio en Navidad es de 500 gramos a 1,5 kilogramos. Las personas con sobrepeso tienen a ganar más peso también.
Así que es probable que esos kilos que ganamos en fin de año se deban a algo más que a la cena navideña. Por ejemplo, en nuestro pasado ancestral, el invierno significaba escasez de alimento, así que lo que comemos y el poco ejercicio que realizamos se debe a una adaptación evolutiva en relación a la escasez.
Sexo, generosidad y concentración

Más allá de los cambios de humor y el aumento de talla, el invierno también trae otros cambios en la forma de pensar e interactuar con los demás. Un efecto estacional menos discutido es que las personas se vuelven más “juguetonas” en invierno. Los expertos han registrado un aumento en la venta de preservativos, contagios de ETS y búsqueda de contenido adulto en internet, los cuales muestran ciclos bianuales que alcanzan su punto máximo a finales del verano y el invierno.
Los datos sobre las tasas de natalidad también revelan que los bebés tienen más probabilidades de ser concebidos en meses de invierno.
A pesar de que este fenómeno se observa claramente, su motivo no es claro. Los investigadores proponen varios orígenes, incluyendo ventajas para la salud de los bebés que nacen al final del verano, cuando la comida es más abundante históricamente, cambios en las hormonas sexuales que alteran la libido, deseos de intimidad motivados por la temporada o, sencillamente, más oportunidades de intimar.
También se demostró que el invierno afecta la dedicación a la escuela o al trabajo, ya que a las personas les resulta más fácil prestar atención. Neurocientíficos de Bélgica descubrieron que el rendimiento en tareas que medían la atención sostenida era mejor en invierno.
Asimismo, en países donde las fiestas se celebran a gran escala, la generosidad aumenta en un 4 %, dando más propinas o donaciones caritativas.
Así que, en invierno, la gente tiende a comer más, moverse menos y relacionarse más. Es posible que se sienta algo triste, pero más amable y prestan más atención. A medida que los psicólogos y otros científicos investigan más, es posible que esto solo sea la punta del iceberg.
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