Los fragmentos de cierre del discurso
“Nací en medio de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos defendía la libertad en el mundo. Crecí en Scranton, Pensilvania, y Claymont, Delaware, entre gente trabajadora que construyó este país. Vi con horror cómo asesinaban a dos de mis héroes, el Dr. King y Bobby Kennedy, y su legado me inspiró para seguir una carrera de servicio. Defensor público, concejal del condado, elegido Senador de los Estados Unidos a los 29 años, luego Vicepresidente, hasta nuestro primer presidente negro, ahora presidente, con nuestra primera mujer vicepresidenta. En mi carrera me han dicho que soy demasiado joven y que soy demasiado viejo. Joven o viejo, siempre he sabido lo que perdura. Nuestra Estrella del Norte. La idea misma de Estados Unidos, que todos somos creados iguales y merecemos ser tratados por igual a lo largo de nuestras vidas. Nunca hemos estado totalmente a la altura de esa idea, pero tampoco nos hemos alejado de ella. Y no me alejaré de ella ahora. Compatriotas, el problema al que se enfrenta nuestra nación no es la edad que tenemos, sino la edad de nuestras ideas. El odio, la ira, la venganza, la retribución están entre las ideas más antiguas. Pero no se puede liderar América con ideas antiguas que solo nos hacen retroceder. Para liderar América, la tierra de las posibilidades, necesitas una visión de futuro de lo que América puede y debe ser”.
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