Sam Bankman-Fried
Sam Bankman-Fried, el pasado 30 de marzo a su llegada al tribunal federal de Nueva York.Peter Foley (EFE)

Un veredicto en tiempo récord. La culpabilidad de Sam Bankman-Fried, fundador de la plataforma de criptomonedas FTX, parecía tan cantada que el jurado ha tardado este jueves sólo cinco horas en declararle culpable de un fraude masivo por el colapso de la compañía, ahora hace un año. El juicio también fue rápido, de apenas un mes, gracias en parte a que sus tres colaboradores más cercanos en la empresa, entre ellos su exnovia y responsable del fondo de cobertura Alameda Research, optaron por colaborar con la justicia y declarar contra el desgraciado gurú de las criptomonedas.

SBF, las iniciales por las que se le conoce, ha sido declarado culpable de siete cargos de fraude y conspiración por los que puede ser condenado a una pena máxima de 110 años de cárcel, menos de 24 horas después de que los abogados de las partes presentaran sus alegatos finales. El jurado rechazó la línea de defensa argumental del californiano, de 31 años, según la cual no estafó a nadie y por eso rechazaba su culpabilidad, si bien en su declaración, el pasado viernes, admitió errores de gestión. SBF estaba interno en una atestada cárcel de Manhattan desde agosto, cuando el juez Lewis Kaplan revocó la libertad condicional de la que gozaba, bajo fianza de 250 millones de dólares, por intentar influir en posibles testigos del juicio y filtrar a la prensa parte de esas comunicaciones.

El espectacular ascenso y caída del fundador de FTX como gurú de las criptomonedas, con creciente presencia pública e incluso política -intentó ganar influencia en Washington financiando a candidatos de ambos partidos y coqueteó con la idea de una posible carrera a la presidencia- tocó fondo definitivamente este jueves, al ser declarado culpable de estafar al menos 10.000 millones de dólares a clientes e inversores. Caroline Ellison, su exnovia y testigo estrella de la acusación, declaró que Alameda tomó varios miles de millones de dólares de dinero de los clientes de FTX y lo utilizó para sus propias inversiones y para pagar las deudas que tenía. También para sufragar los excesos de una vida de lujos en la que Bankman, según la biografía de Michael Lewis publicada con ocasión del juicio, era incapaz de nombrar a tres de sus lugartenientes en la firma, dado que los contrataba sólo para firmar documentos a cualquier hora del día (o de la madrugada).

Bankman declaró tres días en el estrado que nunca cometió fraude ni tuvo intención de engañar a los clientes mientras estuvo al frente de FTX, la segunda bolsa de criptomonedas más grande del mundo. El informe de los administradores, sin embargo, refleja una realidad muy distinta: que los directivos bromeaban sobre cómo perdían la pista a millones de dólares y que que la caída de la firma de criptomonedas se debió a “la arrogancia, incompetencia y codicia” de un grupo de emprendedores veinteañeros encerrados en una casa de 30 millones de dólares en las Bahamas, la sede de FTX.

“Sus delitos le han alcanzado. Sus delitos han quedado al descubierto”, declaró la fiscal federal adjunta Danielle Sassoon al jurado sobre la huida hacia adelante del otrora multimillonario justo antes de que el juez Kaplan les leyera la ley y dieran comienzo las deliberaciones. Sassoon afirmó que Bankman-Fried convirtió las cuentas de sus clientes en su “hucha personal”, ya que desaparecieron hasta 14.000 millones de dólares.

Instó a los miembros del jurado a rechazar la insistencia de Bankman-Fried cuando testificó de que nunca cometió fraude ni conspiró para robar a clientes, inversores y prestamistas y que no se dio cuenta de que sus empresas estaban endeudadas en al menos 10.000 millones de dólares hasta octubre de 2022, un mes antes de que se declarara en quiebra. Para el fiscal federal Damian Williams, el fundador de FTX, hijo de dos profesores de Leyes de la Universidad de Stanford, protagonizó uno de los mayores fraudes de la historia de Estados Unidos. El proceso puso el foco en la emergente y poco regulada industria de las criptodivisas y en el grupo de jóvenes emprendedores veinteañeros que cohabitaban en una lujosa mansión en las Bahamas mientras soñaban con convertirse en actores protagonistas de un nuevo nicho de las finanzas.

El juicio suscitó también un gran interés al centrarse en un fraude de una magnitud nunca vista desde el procesamiento en 2009 de Bernard Madoff, cuyo esquema Ponzi estafó durante décadas a miles de inversores por valor de unos 20.000 millones de dólares. Madoff se declaró culpable y fue condenado a 150 años de cárcel, donde murió en 2021.

El veredicto alcanzado hoy en el tribunal federal de Manhattan pone punto final al ruidoso colapso de FTX. Extraditado en noviembre pasado a EE UU desde Bahamas, SBF es un ejemplo más de rey midas tecnológico caído en desgracia, como Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos. Ambos comparten otra circunstancia, además de sendas penas de cárcel (la de Bankman, aún por determinar por el juez): decidieron, en contra de la opinión de sus abogados, testificar en sus respectivos juicios para remontar campañas de imagen adversas, pero no le fue bien a ninguno de ellos por la acumulación de evidencias en contra.

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