El hombre más rico de Egipto, Nassef Sawiris, y la joya de la corona de su imperio económico, el gigante químico OCI, vuelven a estar en transformación. Tras pilotar el grupo, que cotiza en Países Bajos, hasta convertirlo en uno de los mayores productores mundiales de fertilizantes, Sawiris, que posee un patrimonio de casi 8.000 millones de euros según la revista Forbes, está meditando un giro radical de negocio. Todavía no sabe adónde le llevará, pero el multimillonario egipcio, cuya cartera de inversiones incluye el club de fútbol inglés Aston Villa y la multinacional deportiva Adidas, busca redefinir una vez más su futuro, fiel a la forma de hacer y de entender los negocios de su familia.
Una de las opciones más drásticas que baraja el empresario de 63 años, también miembro del consejo internacional de J.P. Morgan, es convertirlo todo en billetes y abrirse camino en otros sectores: seguir fragmentando su holding principal y vender las partes para devenir en una sociedad de adquisición de propósito especial, una SPAC, por sus siglas en inglés. “Somos bastante abiertos de mente”, reconoció recientemente en una inusual entrevista al periódico británico Financial Times (FT). “Siempre decimos que somos constructores, no poseedores”, deslizó, en un aparente guiño a la trayectoria empresarial de su familia.
Nassef Sawiris es el hijo menor del difunto Onsi Sawiris, cuyos primeros pasos como empresario de la construcción en Egipto se toparon con la oleada de nacionalizaciones de los años sesenta del Gobierno de tintes socialistas del presidente Gamal Abdel Nasser. Con el ascenso de su sucesor, Anuar el Sadat, artífice de la política de apertura de Egipto al sector privado en los años setenta, Onsi volvió a la carga y acabó convirtiendo Orascom Construction en uno de los mayores contratistas del país. La firma siguió prosperando en las tres décadas del régimen del expresidente Hosni Mubarak, durante las cuales los Sawiris mantuvieron siempre estrechas conexiones con las élites políticas de El Cairo.
La diversificación del negocio llegó en los años ochenta y noventa de la mano de sus tres hijos, todos formados en el extranjero, que asumieron el mando de Orascom y ampliaron sus actividades en tres sectores: el mayor, Naguib, en las telecomunicaciones; el mediano, Samih, en el turismo; y Nassef, en la construcción, expandiéndose hacia la industria del cemento y en mercados emergentes, primero como consejero delegado y luego presidente de la filial Orascom Construction Industries, que con el tiempo se rebautizó como OCI.
En 2008, Orascom vendió a la francesa Lafarge, por 10.200 millones de euros, su división de cemento, que incluía una filial en Siria que años más tarde se declaró culpable de haber pagado varios millones de dólares a grupos armados, incluido el Estado Islámico, para mantener su actividad. En la operación de 2008 Nassef Sawiris se convirtió en uno de los accionistas principales de la firma francesa y siguió su fusión en 2015 con la suiza Holcim para formar la mayor cementera del mundo. Sawiris vendió sus participaciones en 2019.
Los Sawiris emprendieron una de sus mayores reorganizaciones empresariales después de la revolución de 2011 en Egipto. Durante el mandato del presidente Mohamed Morsi, el primero elegido democráticamente en unas elecciones en 2012, la fiscalía impuso a Nassef y Onsi Sawiris una prohibición de viajar por un caso de evasión fiscal relacionado con la venta de la división de cemento a Lafarge. Algunos interpretaron la acusación como un intento del Gobierno islamista de atizar a la oposición liberal o de perseguir a quienes se creía que se habían beneficiado de la corrupción generalizada de los años de Mubarak. El veto a viajar fue levantado en 2013, tras un pago millonario de OCI.
Fue en aquel periodo cuando OCI realizó un canje de acciones con su matriz holandesa, se mudó a Ámsterdam y dirigió su atención al sector químico, sobre todo los fertilizantes. Poco antes, Naguib Sawiris había liquidado casi todos sus activos en Egipto. Pero no fue hasta el violento ascenso al poder del actual presidente, Abdel Fatah al Sisi, en 2013, que los Sawiris volvieron a prometer inversiones millonarias en el país. Hoy Orascom es el mayor empleador de Egipto y es una de las firmas que más se ha beneficiado de los megaproyectos en infraestructuras del Gobierno; aunque los hermanos de Nassef, Naguib —el más politizado— y Samih, han reprobado en los últimos meses la gestión del Gobierno por la profunda crisis económica en el país, en una exhibición de crítica muy poco habitual.
Inversiones deportivas
En la última década, Nassef Sawiris también se ha abierto paso con fuerza en el mundo del deporte. En 2015 adquirió, a través de su sociedad de inversión familiar NNS, el 6% de Adidas. Y en 2018 se asoció con el multimillonario estadounidense Wesley Edens para formar el holding V Sports y hacerse con el 55% del Aston Villa, dirigido por el técnico español Unai Emery. V Sports también tiene participaciones del Vitória portugués. En 2020, NNS reveló que posee asimismo una participación de la empresa propietaria de los New York Knicks de la NBA y del equipo de hockey sobre hielo New York Rangers, de la NHL. En su entrevista con el FT, Sawiris confesó que adentrarse en los deportes le ha ayudado a cambiar su visión sobre las cualidades detrás del éxito: “Llegas a la conclusión de que la actitud y la ética de trabajo superan al talento en cualquier momento”.
Desde hace un año, sin embargo, los ojos de Sawiris se han centrado en OCI. Su consejo inició el pasado marzo una revisión estratégica de su negocio, y como parte de su apuesta por vender activos, la empresa anunció en el lapso de solo tres días en diciembre la venta de una planta de fertilizantes en Iowa y de su participación del 50% en Fertiglobe, el mayor productor de fertilizantes de Oriente Próximo. Las operaciones ascendieron a más de 3.300 millones de euros cada una. Las miradas están ahora puestas en sus divisiones de metanol y amoniaco. Y Sawiris ya ha avanzado que “hay más por venir”.
Su grupo familiar NNS también anunció en diciembre que se sumaría a la larga procesión de multimillonarios que se han trasladado en los últimos años a Abu Dabi, en su caso desde Luxemburgo. Su intención es invertir en Europa, Oriente Próximo y EE UU, y encontrar, en sus propias palabras, “derecho inglés sin el clima inglés”.
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