El médico ruso Vladimir Demikhov, conocido en su época como pionero en experimentos de trasplantes, divulgó su primer trabajo en este campo en 1960, lo que marcó un hito en la historia de la medicina. Sin embargo, ninguno causó tanto impacto como el “perro de dos cabezas”.
Vladimir Demikhov, el “Frankenstein de los perros”
Durante la década de los 50, Vladimir Demikhov llevó a cabo audaces ensayos con animales, principalmente perros, que generaron controversia pero sentaron un importante precedente en la ciencia y su impacto en la medicina humana.
Sus investigaciones comenzaron durante la Segunda Guerra Mundial cuando trabajaba en hospitales, y fue entonces cuando empezó a concebir la posibilidad de realizar trasplantes de órganos entre seres humanos. Esta idea, en aquel momento considerada casi inimaginable, se convirtió en un primer paso crucial hacia la realidad que conocemos hoy en día.
Vladimir Demikhov fue apodado el “Dr. Frankenstein de los perros” debido a su logro de realizar el primer trasplante de un órgano de un perro a otro. Un hito en la historia médica, ya que uno de los animales sometidos a este procedimiento logró sobrevivir casi una década, marcando un avance significativo en la investigación.
Uno de sus logros más notables fue el desarrollo de una técnica para “revascularizar el tejido miocárdico”, lo que le permitió realizar el primer bypass de la arteria coronaria. Este procedimiento ofrece una ruta alternativa para que la sangre llegue al corazón, lo que ha resultado en excelentes resultados y en la mejora de la calidad de vida de muchas personas.
Sin embargo, el experimento que catapultó la fama de Vladimir Demikhov en el ámbito científico involucró a dos perros, un pastor alemán y un canino más pequeño. El doctor soviético unió la cabeza del segundo (nombrado Shavka) al cuerpo del primero, creando efectivamente un perro con dos cabezas.
El perro de dos cabezas
Este experimento se realizó con el objetivo de mantener los órganos vitales, como los pulmones y el corazón, funcionando hasta el último momento. Para ello, se realizó una incisión en el cuello del pastor alemán para conectar la otra cabeza y las patas delanteras del canino más pequeño. Esto fue seguido por una compleja “reconstrucción vascular”.
El experimento número 24, como lo describe la historia, tuvo un éxito relativo, ya que los dos caninos con dos cabezas sobrevivieron inicialmente, conservando todos sus sentidos. Sin embargo, lamentablemente, ambos animales fallecieron algunos días después.
En 1959, la revista Life publicó un artículo donde detallaba el experimento, bajo el título “El perro de dos cabezas de Rusia”, que se difundió el 20 de julio de ese año.
Edmund Stevens, el periodista de la revista en Moscú de la época, describió el proceso con lujo de detalles:
“Comenzó la tercera y más crítica fase del trasplante. Los vasos sanguíneos principales de la cabeza de Shavka tenían que estar perfectamente conectados con los vasos correspondientes del perro anfitrión. Demikhov cortó las arterias del pequeño perro y, con una grapadora quirúrgica que es un invento especial del ruso, las empalmó rápidamente en los vasos expuestos en el cuello de Brodyaga (el pastor alemán)”.
Sin duda, un experimento que revolucionó la ciencia pero generó críticas que aún se manifiestan, llegando al punto de que el nombre de Vladimir Demikhov continúa provocando intriga dentro de la comunidad científica.
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