Estados Unidos ha realizado diferentes pruebas nucleares a lo largo de su historia, sin embargo, sus desechos nunca habían sido un problema, hasta ahora. Un nuevo informe asegura que el derretimiento de las capas de hielo y el aumento del nivel del mar podrían liberar estos contaminantes en Groenlandia y en las Islas Marshall.
Desechos de las pruebas nucleares vuelven a ser un peligro
En 1954, Estados Unidos llevó a cabo Castle Bravo, la mayor de las 67 pruebas nucleares jamás realizadas, en Rongelap, durante la Guerra Fría. Estas pruebas desplazaron y enfermaron a los pueblos indígenas, acabaron con la población de peces, alteraron prácticas alimentarias tradicionales y provocaron cánceres y otras afecciones negativas que siguen repercutiendo en la actualidad.
Un informe federal de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental publicado el mes pasado, examinó lo que queda de esa contaminación nuclear, no sólo en el Pacífico, sino también en Groenlandia y España. Sus autores concluyen que el cambio climático podría perturbar los desechos que quedan de las pruebas nucleares en Groenlandia y las Islas Marshall.
«El aumento del nivel del mar podría propagar la contaminación en RMI, y las evaluaciones de riesgos contradictorias hacen que los residentes desconfíen de la información radiológica del Departamento de Energía de Estados Unidos».
En Groenlandia, la contaminación química y el líquido radiactivo están congelados en capas de hielo, restos de una planta de energía nuclear en una base de investigación militar estadounidense donde los científicos estudiaron el potencial para instalar misiles nucleares.
El informe no especifica cómo o dónde podría migrar la contaminación nuclear en el Pacífico o Groenlandia, ni los riesgos para la salud que representarían, si es que hay alguno, para las personas que viven cerca. Pero los autores señalaron que en Groenlandia, los desechos congelados podrían quedar expuestos para el año 2100.
Hjalmar Dahl, presidente del Consejo Circumpolar Inuit de Groenlandia, explicó que hay una posibilidad de que influya en el medio ambiente, lo que afectaría la cadena alimentaria y también a las personas que viven en la zona. El país es aproximadamente un 90% inuit, así que para él, cree que es importante que los gobiernos de Groenlandia y Estados Unidos se comuniquen sobre el tema.
Sin una propuesta clara
Los autores del estudio también escribieron que Groenlandia y Dinamarca no han propuesto algún plan de limpieza, pero citaron otros informes que dicen que gran parte de los desechos de las pruebas nucleares se han descompuesto y se diluirán con el derretimiento del hielo. Pero esos estudios señalan que los desechos químicos como los bifenilos policlorados, sustancias químicas artificiales más conocidas como PCB, que son cancerígenas, podrían ser los de mayor presencia en Camp Century.
También se hace un resumen de los desacuerdos entre funcionarios de las Islas Marshall y el Departamento de Energía de Estados Unidos, con respecto a los riesgos que plantean los desechos nucleares estadounidenses. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental recomienda que la agencia adopte una estrategia de comunicación para transmitir sobre la potencial contaminación.
Asimismo, Nathan Anderson, Director de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, dijo que las responsabilidades de Estados Unidos en las Islas Marshall se definen por estatutos federales específicos y acuerdos internacionales. Señaló que su gobierno acordó previamente resolver las reclamaciones relacionadas con los daños provocados por las pruebas nucleares.
“La posición de larga data del gobierno de Estados Unidos es que, de conformidad con ese acuerdo, la República de las Islas Marshall asume la plena responsabilidad por sus tierras, incluidas las utilizadas para el programa de pruebas nucleares”.
Que la única recomendación del informe se una “nueva estrategia de comunicación” es desconcertante, así lo aseguró la presidenta de la Comisión Nuclear Nacional, y no está segura como eso ayudaría los habitantes de las islas.
La administración actual acordó recientemente financiar un nuevo museo para conmemorar a los afectados por las pruebas nucleares, así como las iniciativas sobre el cambio climático en las Islas Marshall, pero las iniciativas no han obtenido el apoyo del Congreso, a pesar de que son parte de un tratado en curso.
De momento, solo se sabe que los desechos de las pruebas nucleares están cada vez más cerca de salir a flote y podrían significar un colapso medioambiental debido a su contaminación. Por ello es necesario que alguien actúe rápidamente.
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