Cuando escuchamos la palabra karaoke, lo primero que se nos viene a la mente es fiesta, compartir con los amigos, hacer el tonto un rato y, sobre todo, disfrutar. Pero ¿En algún momento te has puesto a pensar en quien lo inventó? Esta la historia de Daisuke Inoue, el inventor de esta fantástica invención que no recibió ni un centavo ¿Cómo es esto posible?
La historia detrás del karaoke
La palabra «karaoke» significa, literalmente «orquesta vacía». Básicamente, hace referencia a cantar sin una pista vocal. Esta creación permite cualquier persona cantar una canción popular, sin que nos preocupemos del rango vocal. La idea es hacerlo solo por diversión.
Y fue con esa idea en la mente que Daisuke Inoue creó el Karaoke en 1971.
Inoue era tecladista y baterista en un club de Kobe. Se especializaba en nagashi, una forma tradicional de música popular en Japón y Taiwán. Era miembro de un grupo independiente que tocaba para oficinistas y empresarios que visitaban el lugar.
Explicó que, para la época, los japoneses eran demasiado tímidos para cantar en público, pero en los clubes o bares, a veces comenzaban a cantar con los músicos, o les pedían que tocaran alguna canción en específico para cantarla con los amigos.
Fue así que uno de sus clientes, quien era particularmente terrible cantando, le pidió que reuniera a un grupo de músicos para una fiesta que quería hacer para accionistas de su empresa. Sin embargo, le dijo que cambiara las canciones para que estuvieran en su propia tonalidad y tiempo, y así poderlas cantar y no sonar tan mal.
Inoue no reunió los músicos suficientes. Fue en ese momento que se preguntó si realmente eran necesarios. ¿Y si grababa las pistas y le daba una cinta al cliente? Había estudiado ingeniería eléctrica, así que utilizó sus conocimientos para comenzar el desarrollo de un dispositivo que se le vino a la mente.
«No me sentía seguro con el cableado eléctrico, así que hice lo que hoy se llamaría subcontratación: conseguí que otras personas ensamblaran las partes de la máquina.
El sistema en su interior fue hecho por un electricista. Tomó un amplificador grande y lo rompió, lo puso dentro de la caja con el reproductor de cartuchos de un estéreo de automóvil. Y luego le pusimos un aparato para meter monedas para que la gente pagara por cinco minutos de canto».
Música para todos
Pero lo más importante de esta máquina eran las grabaciones, así que Daisuke tomó canciones populares y las alteró para que estuvieran en un rango donde cualquiera pudiera cantarla. Explicó que, con su primer karaoke, un 80% de las personas eran capaces de cantar sin problema.
Después del éxito en la fiesta, el músico y sus amigos ensamblaron once máquinas, a las que llamaron «8 Juke», y las ofrecieron a pequeños bares de Kobe y sus alrededores. Esta era una alternativa mucho más económica a las bandas en vivo, lo que captó el interés de los dueños de los establecimientos casi inmediatamente.
El emprendimiento fue un éxito y los dueños de un nuevo bar que estaba por abrir en su localidad no querían alquilarlas, sino comprarlas. Al enterarse de esto, los otros clubes también quisieron sus propias máquinas y así, la demanda se disparó hasta llegar a Tokio. Incluso, algunas empresas estaban creando espacios especializados para colocar las máquinas, las llamadas «cajas de karaoke», tan famosas en la actualidad.
Para los años 90, el karaoke ya era una fiebre, no solo en Japón, sino en toda Asia. En ese tiempo, las innovaciones tecnológicas hicieron que otras empresas añadieran nuevas funciones a la máquina, como luces, la posibilidad de usar más de un micrófono, y la más importante: la adición de una pantalla. De esta forma, los usuarios podían leer la letra de la canción.
Con este éxito, que al poco tiempo llegaría a otros continentes, cualquiera pensaría que Daisuke Inoue ya era una de las personas más ricas del mundo, pero la realidad era otra totalmente distinta.
Sin reconocimiento
Inoue nunca patentó su invento y, obviamente, esto permitió que empresas multimillonarias especializadas en tecnología, copiaran su idea, creando sus propios karaokes. Para su creador original, fue imposible competir contra tal músculo financiero.
«No sabía cómo ganar dinero con ello y no tenía suficiente dinero para solicitar la patente. Además, pensé que siendo una colección de productos prefabricados, no se podía patentar».
Así fue como no obtuvo una sola ganancia por su idea original, mientras que la versión filipina, la más popular del mundo, conocida como sistema de karaoke Sing Along, fue finalmente patentada por Roberto del Rosario, en 1975.
Aunque las cosas tampoco fueron tan mal, y poco a poco fue reconocido por su trabajo. Inoue fue nombrado uno de los asiáticos más influyentes del siglo XX por la revista Time y la Universidad de Harvard en 2004. También fue ganador del premio Ig Nobel, un premio alternativo que se otorga a personas que han hecho contribuciones «excéntricas» a la ciencia.
Esta es la historia de un hombre que, por desconocimiento y mala fortuna, no recibió los frutos de su invento, siendo uno de los productos más populares del mundo, aún en la actualidad. Ahora, cuando cantes en un karaoke, quizás debas dedicarle una canción a Daisuke Inoue como agradecimiento.
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