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En un conmovedor homenaje al astronauta y científico espacial de Berkeley Michael Lampton, los restos incinerados de Lampton y otras 233 personas se embarcarán en un viaje celestial hacia la órbita.

Previsto para finales de diciembre, los restos serán encapsulados en la bahía de carga de un satélite y lanzados en un cohete comercial, trazando vastos bucles alrededor del sol a más de 200 millones de millas de la Tierra.
Este entierro espacial, gestionado por Celestis, refleja una tendencia cada vez mayor a alejarse de los funerales tradicionales y abrazar una nueva frontera del recuerdo que implica orbitar la Tierra y más allá.
Los entierros en el espacio, promovidos por empresas como Celestis, Elysium Space Inc. y Aura Flights, han ganado popularidad y se alejan de las prácticas funerarias convencionales. En lugar de ser enterrados en cementerios o depositados en urnas, los seres queridos encuentran su lugar de descanso eterno en la inmensidad del espacio.
El concepto se ajusta a una perspectiva cambiante de cómo utilizamos y percibimos el cielo, ya que se espera que la actividad de los satélites en órbita aumente un 700% para finales de la década.
Desde 1997, Celestis ha facilitado el lanzamiento de diminutas cápsulas de aluminio rellenas de cenizas, que transportan los restos de aproximadamente 2,000 personas.
Estas cápsulas, parecidas a pilas de reloj, contienen cada una un gramo de restos incinerados sin liberar las cenizas. Entre el variado grupo de pasajeros del vuelo de Lampton se encuentran antiguos astronautas de la NASA, individuos de la familia de “Star Trek” y diversos entusiastas del espacio, incluidas mascotas como Indica-Noodle, Pikachu, Quazar y Laika.
Una de las opciones consiste en que los restos asciendan 68 millas en el aire y desciendan con un paracaídas de vuelta a la Tierra.
En otra, los diminutos contenedores orbitan alrededor de la Tierra, unidos a un satélite que viaja a 17,000 mph, con un mapa en línea que permite a las familias seguir su recorrido. Al cabo de entre tres y diez años, estos contenedores realizan una ardiente reentrada en la atmósfera terrestre, creando una simbólica “estrella fugaz”.
Una tercera opción, prevista para el mes que viene, enviará los restos de 64 personas a la superficie lunar, y el módulo de aterrizaje lunar se convertirá en su mausoleo. La familia de Lampton ha optado por la cuarta aventura, impulsando el satélite a una órbita entre Venus y Marte.

La trayectoria continuará hasta alcanzar el punto de Lagrange, un punto de equilibrio entre las fuerzas gravitatorias del Sol y la Tierra. Este destino permite una órbita perpetua, marcando la distancia más lejana que los seres humanos -vivos o fallecidos- hayan recorrido jamás.
El viaje celeste simboliza una conclusión apropiada para Michael Lampton, un científico dinámico y consumado que dedicó 54 años al Laboratorio de Ciencias Espaciales de la UC Berkeley. Físico de formación, Lampton contribuyó al campo de la física espacial estudiando el comportamiento de los electrones en relación con la aurora boreal.
A pesar de haber sido seleccionado como especialista activo de carga útil de la NASA en la década de 1980, un diagnóstico de cáncer frustró su sueño de viajar al espacio. Su familia presenciará el lanzamiento de sus cenizas desde un mirador privado, asegurándose de que Lampton realice en la muerte un viaje que se le escapó en vida.
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